En la década del 80, Jaime Posada Ángel, directivo de Everfit, realiza un ejercicio tímido de turismo rural que se popularizó de inmediato en Medellín y la región. Aún existe: Fizebad, lugar fundado al lado de la finca del padre de Jorge Ballen, que es un homenaje a la antioqueñidad y a los pueblos coloridos y tradicionales del departamento.

Jorge Ballen es el creador de Panaca. Foto Daniel Sierra.


Si bien ahora es un sitio privado, fue el detonante para que Jorge, ese campesino soñador,  llegara a lo que hoy es el Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria, Panaca.

“Para esa época yo tenía 31 años y ese lugar tan bonito lo iba a perder Antioquia porque lo estaban vendiendo. El dueño quería que quedara en manos de alguien de mucha confianza y no en manos de un narcotraficante o un malandrín. Yo le propuse a un grupo de amigos que lo salvaguardáramos”, comenta Ballen recordando sus primeros pasos en el emprendimiento.

En ese ejercicio se dio cuenta de cómo la gente de la ciudad disfrutaba visitando fincas o lugares que los llevaran a esa Antioquia tradicional con aire de orquídeas, corredores amplios, sillas viejas pero cómodas, melodías de trovas, bambucos y pasillos.

Una crisis económica

Sin embargo, no todo era color de rosas. Jorge Ballen tuvo en 1982 una crisis económica producto de la situación de orden público que vivía el país. Eso lo llevó a quedar como uno de los perritos que escucha ladrar en las montañas: con el rabo entre las patas.

“La única finca que tenía se la vendí a don Alberto Mesa, la negociamos un viernes y al sábado se la entregué. Él quedó de darme la plata a los ocho días, pero lo secuestraron antes de pagarme. Yo me quedé sin finca y con un amigo del alma secuestrado”, relata Jorge con algo de nostalgia en la voz.

La familia Mesa quiso devolverle la finca, pero Ballen no aceptó, para él la palabra es un contrato que se debe respetar y tenía la certeza de que su amigo regresaría sano y salvo a casa.

Mientras solventaba la crisis montó un negocio en la vía Las Palmas llamado El Atajo. En el lugar tenía una frase que decía: “De la vaca a la boca, nadie la toca”. Desde allí se notaba su capacidad cómica y dicharachera para agradarle a todo el mundo.

En la vía Las Palmas, ofrecía vasos de leche, mazamorra, quesitos y otros derivados de los lácteos. Con eso pudo solventar la situación que vivía y recolectar unos pesos para entrarse de lleno en lo que siempre lo había movido por dentro.

Sin campo no hay ciudad

“Entre 1998 y 1999 empecé a consolidar el sueño que tenía desde niño: enseñarles a las personas que ‛sin campo no hay ciudad’. Me dije a mí mismo que iba a trabajar por el placer de crear y por el gusto de servir, además, porque soy consciente de que no voy a durar toda la vida, pero quizá algo que yo cree, sí. Entonces me di a la tarea de crear algo que llevara mi legado. Y ahí empezó Panaca”, cuenta este hombre con pasión y firmeza.

Su mayor deseo es que sus hijos continúen con su legado y que la organización que ha creado siga tomando fuerza cada día para rescatar los valores de las personas del campo.

De igual manera, para mostrar sus vivencias y enseñarles a quienes desprecian esta tarea. “Uno requiere un médico cada vez que se enferma, un ingeniero cuando va a construir, un periodista cada vez que quiere informarse… pero requiere de un campesino todos los días, mínimo tres veces al día. Gracias a ellos comemos”, explica.

“Yo no desconozco los avances tecnológicos y la tecnificación del campo, eso me alegra porque lo hará más productivo. Pero sí creo que se deben conservar ciertas costumbres y mi padre me educó para eso. Él, siendo alguien más de ciudad, me decía que uno debe aprovechar lo que tiene a la mano y nosotros aprovechamos todo lo que el campo nos da”, agrega Jorge.

No se venden gaseosas

Y en esa idea de aprovechar lo que la tierra produce, Panaca es uno de los pocos parques temáticos en el mundo en el cual no venden gaseosas o productos que puedan remplazar los alimentos tradicionales del campo. Esto significa pérdidas económicas para la compañía, pero grandes satisfacciones para su fundador.

“Panaca tiene un precedente y es el Parque del Café. Yo le dije al operador que pusiera una cosa y la otra, y él siempre me decía que no, que yo de entretenimiento no sabía nada. Me cuestionaba mucho eso porque yo sueño y tengo una mente creativa, y la gente se ríe conmigo, asimismo, veía la felicidad de las personas al ir al campo y poder ordeñar y esas cosas. Yo no quería un parque, yo quería una finca grande y eso fue lo que hice”, dice Jorge Ballen en su tono dicharachero.

Este es un fragmento del libro 8 de la colección Historias de Negocios Altamente Inspiradoras, próximo a salir a las librerías.

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Los dejo con esta entrevista que le hice a Jorge Ballen, el creador de Panaca.