José Pérez es un buen hombre común, padre de familia, amoroso esposo y trabajador incansable. Siempre ha sido respetuoso y buen pagador, aunque en el mundo de los bancos no es considerado un cliente prospecto, pues sus ingresos apenas superan el mínimo. José ha podido sobrevivir los tiempos de pandemia con dificultad, la empresa con la que trabajaba decidió prescindir de sus servicios y esto lo puso en aprietos para cumplir con sus obligaciones. Con lo poco que consiguió haciendo algo aquí y allá, cubrió si mucho lo básico y necesario…

Álvaro Villegas, fundador y CEO de Sistecrédito. Foto cortesía.


«Nuestro recaudo es a través los almacenes afiliados. Cuando llega la pandemia cierran todo y muchos clientes ni siquiera tenían dónde pagar, hablando de los que tenían cómo pagar. Logramos recuperar una parte gracias a otros canales alternativos», comienza a relatar Álvaro Villegas, CEO de Sistecrédito.

…Pero José tiene una esperanza. Ya que se abrió de nuevo la economía y se puede salir, cumpliendo con las normas de bioseguridad, ha podido conseguir un nuevo trabajo en el que le va un poco mejor que en el anterior.

Sin embargo, las deudas lo tienen algo preocupado, pues no ha podido ponerse al día en todo, entre eso, unas cuotas atrasadas que tiene de una olla arrocera que compró en un almacén de su ciudad, gracias a que le aprobaron unos meses antes de la contingencia, un préstamo con Sistecrédito, empresa que conoce porque ya antes, había comprado algo con ellos y vea como son las cosas, nunca se había atrasado, pero esta vez, la situación le pudo…

«Por esta situación se nos atrasó un porcentaje muy importante de cartera, y cuando el país comienza a abrirse yo me pregunté: ¿Qué hago con mis clientes que están en mora y van a necesitar comprar nuevamente? continúa con su relato el fundador de Sistecrédito.

Le acaban de solucionar el problema

…José tiene una urgencia, la plancha para alistar los uniformes del colegio de sus hijas y el de su nuevo empleo, se ha estropeado, necesita una y se siente abrumado, pues su única opción sería poder comprarla como compró su olla… pero está atrasado, ¿quién va a confiar en él?

Sin embargo, como hombre bueno y responsable, va al almacén para averiguar por su situación y dar la cara. La amable jovencita que le ayudó alguna vez con el sistema para comprar su olla, lo saluda con una sonrisa, lo reconoce y le da un parte de tranquilidad, le ofrece la opción de refinanciar su deuda y no le cobrará más, incluso, le ofrece la oportunidad de llevar otra cosa si es que lo necesita… la quijada se le desencaja a José, no lo puede creer, en solo segundos, a través de una pantalla, le acaban de solucionar su problema.

«Rápidamente diseñamos e implementamos en nuestro software la posibilidad de una refinanciación en la que a los clientes no se les cobró un solo peso más de la deuda, y lo podían hacer en segundos estando en el punto de venta. El servicio nuestro es humano y al cliente siempre le damos facilidades de pago. Se demoran, sí, pero siempre pagan», termina de redondear la idea, con un tono orgulloso y seguro en su voz, Álvaro.

“No sea un empleado, sea un emprendedor”

Álvaro Villegas nació en Medellín en una familia de siete hermanos, hijos de un reconocido médico cirujano de la ciudad, y quien con una visión más global de la vida siempre les recalcó que buscaran ser emprendedores, y no se quedaran entregando su talento y sus vidas a un empleador.

«Yo estudié ingeniería industrial en la universidad de Miami, apenas me gradué empecé a trabajar con una empresa y duré un año, me fui para otra y al año ese consejo de mi papá me volvió a hacer eco y me salí para ser emprendedor», dice Álvaro Villegas al recordar sus inicios.

Empezó entonces con una empresa de confecciones que hacía maquilas de blue jeans. Por doce años logró crecer y fundamentó sus operaciones en la exportación. Le fue bastante bien, hasta que llegó la apertura económica de César Gaviria y con una fuerte revaluación del peso frente al dólar, se vio obligado a cerrar la empresa.

«Al mes de cerrar, visualizo la oportunidad de montar una empresa de crédito, pues había una necesidad de ofrecer una alternativa diferente a los comerciantes que ya vendían de esta manera», dice el CEO de Sistecrédito.

La aguda visión de negocios de este emprendedor, lo hizo entender que Medellín necesitaba urgentemente tecnificar el sistema de crédito del comercio, que hasta ese entonces, incluso empresas muy reconocidas, manejaron por décadas de manera absolutamente manual.

La visión de un pionero

Además de ser capaz de visualizar esta necesidad insatisfecha en el mercado, se da cuenta también de que su público objetivo tenía que ser aquel segmento de la población, que no tenía acceso a la banca tradicional, conocido técnicamente como la base de la pirámide, que para su visión personal siempre han sido muy mal atendidos y maltratados.

«Yo empiezo en un almacén del centro de Medellín, con la idea de descentralizarme lo más rápido posible y expandirme a otros puntos, pero sabía que para lograr eso necesitaba desarrollar mi propia plataforma», rememora Álvaro.

Para hacer realidad esta visión, usó un escaso capital con el que pudo crear un software muy básico que le dio la posibilidad de visualizar, en poco tiempo, que el modelo era viable y se podía escalar, pues demostró que ese cliente consumidor final podía ser atendido remotamente desde un centro de contacto y funcionaba muy bien.

Desde su creación, la compañía se fundamentó en la tecnología y siempre están atentos a aquellos avances que se hacen en la materia, que les ayuden a prestar un mejor servicio, de manera más ágil y confiable, para adaptarlos a su sistema.


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El libro es de mi autoría en equipo con Vianette Monsalve y un equipo de redactores apasionados por contar buenas historias: Andrés Toro Carvalho, James Alzate, Daniel Santa, Laura Pulido y Marcelo Montoya, a quienes agradezco su dedicación para sacar un libro muy potente y cargado de inspiración.