Por: Marcela Perilla, presidente de SAP para la Región Norte de América Latina y El Caribe
El uso de estas herramientas tecnológicas se ha convertido en una necesidad igual de crítica e impostergable tanto para las empresas grandes como para las medianas y pequeñas.
La reinvención de los negocios durante la pandemia dejó a la vista que construir empresas inteligentes es el mejor camino para estar preparado ante los cambios. En cierta medida, las industrias están en un constante ciclo de transformación, de recolección de datos, de aprendizaje, adaptación y creación de soluciones. Sin embargo, para lograrlo, necesitan tecnologías innovadoras que sirvan de combustible a ese ciclo de transformación, así como tres componentes básicos: escuchar, comprender y actuar.
No en vano las empresas líderes de la economía de la experiencia son las que tienen esos tres componentes en un ciclo de mejora continuo entre la inteligencia y las operaciones, que son capaces de recopilar información del cliente, empleado, producto y la experiencia de marca en cada punto de contacto, y que se apoyan en la tecnología para detectar oportunidades.
Aprovechar recursos como la Inteligencia Artificial, el Machine Learning, el Internet de las Cosas y la Analítica de Datos, es tarea indispensable para que las compañías, sin importar su tamaño, generen resultados de mayor valor. Con la implementación de estas tecnologías, las organizaciones han tenido la oportunidad de construir sistemas operacionales que no solo proporcionan incrementos en la eficiencia y la productividad, sino que también proyectan una plataforma para la mejora y la innovación continúa. Así mismo, aceleran la automatización de procesos, lanzan nuevos modelos de negocio y brindan experiencias excepcionales de cara al cliente y a los colaboradores.
El uso de estas herramientas tecnológicas se ha convertido en una necesidad igual de crítica e impostergable tanto para las empresas grandes como para las medianas y pequeñas. Todas las organizaciones, sin importar su tamaño, se enfrentan a los mismos desafíos: expectativas cambiantes del cliente, panoramas políticos y de mercado volátiles y un horizonte tecnológico muy dinámico.
En este proceso de transformación, que muchos ven largo y complicado, las pequeñas y medianas empresas tienen una ventaja adicional: son potencialmente más ágiles y capaces de absorber y responder más rápidamente a las nuevas tecnologías a diferencia de sus competidores de mayor tamaño, y tienen acceso a la misma infraestructura tecnológica y recursos de plataforma.
Lo anterior ha generado que las pequeñas y medianas empresas estén evolucionando a culturas más flexibles, sus equipos estén siendo más independientes tanto en su forma de trabajar como de llevar a cabo los procesos, se está viendo más colaboración y eficiencia en su comunicación. La tecnología ha sido su eje rector, puesto que muchas han migrado a la nube o han incorporado un planificador de recursos empresariales acordes a sus necesidades, con el propósito de incorporar a su sistema de trabajo la conectividad remota y automatización de manera segura y rápida.
Todo el flujo de datos de una compañía grande o pequeña debe estar siempre disponible para que el empresario pueda tomar decisiones al instante: indexar ítems, buscar datos de compras, ventas o del mercado en el que participa su empresa de forma inmediata y pormenorizada. Esto abre, sin duda, la posibilidad de que una firma pequeña crezca y pueda competir con equidad tecnológica con los grandes jugadores de un mercado.
Replantear los negocios en esta nueva realidad, cada vez más cambiante, ha significado modificar las estrategias basadas en un mayor uso de la tecnología. La clave estará en entenderlo, proyectarlo y ejecutarlo.