Mientras que cada día más países en el mundo (56 industrializados) prohíben la utilización de este mineral cancerígeno, en Colombia está a punto de entrar en operación una mina en el municipio de Campamento, en Antioquia.

 

Según la Organización Mundial de la Salud, al año más de  125 millones de personas están expuestas al asbesto, de las cuales mueren cerca de 107.000.

 

La explotación de esta mina pondría en riesgo inminente a los más de 9.000 habitantes que tiene esta población situada en el norte del departamento y que limita con Yarumal, Anorí y Angostura.

 

Diferentes alertas del mundo de la salud se han encendido a partir de las propiedades cancerígenas del asbesto o amianto, mineral compuesto por fibras que se inhalan fácilmente y que hacen  presencia actualmente en más de 20 aplicaciones en la fabricación de productos, muchos de los cuales llegan hasta nuestros hogares.

 

Se utiliza en conductos para hornos, cartón grueso, materiales para insonorizar o decorar, compuestos para resanado y empalme (construcción), pinturas con  textura, techos, tejas y enchapes, adhesivos para instalar baldosas y pastillas de frenos para carros, entre muchos otros.  Hasta hace pocos años en el mundo tenía más de 3.000 aplicaciones  industriales.

 

Es por esto que diferentes empresas del país, oficinas de abogados, ingenieros, empresarios, médicos y periodistas han comenzado una campaña para prohibirla en Colombia.

 

Según el periodista Andrés Hoyos, ex director de Prensa de la Superintendencia de Industria y Comercio, la decisión de la apertura de esta mina ha generado gran preocupación no sólo en Colombia, sino en diferentes entidades de salud pública y de trabajo en el mundo.

 

Recuerda que en Perú, donde se acaba de aprobar la prohibición total del Asbesto, la noticia de la mina que está a punto de empezar operaciones en Antioquia ha causado indignación.

 

El doctor Darío Isaza Londoño, médico internista de la Universidad de Harvard, con especialidad en Neumología de la Universidad de Pennsylvania, advierte que las alertas médicas del mundo se han disparado por el incremento significativo de las enfermedades relacionadas con el asbesto. Asegura que lo más preocupante es que estas enfermedades no son de propagación inmediata, sino que se incuban lentamente en el organismo y van haciendo daños irreparables en los pulmones y el sistema respiratorio.

 

“Hace una semana, en el decimoquinto Congreso de Neumología les expresé a todos mis colegas del país  la necesidad urgente de informar sobre los riesgos de esta fibra. Esperamos que todas las entidades públicas y el Estado en general le presten mucha atención a esta problemática, la cual sin duda representa un gran problema mundial en la incansable lucha contra cualquier tipo de cáncer”, sostiene.

 

El asbesto ha sido clasificado como un cancerígeno humano reconocido por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos y por la Oficina de Protección Ambiental y por la Oficina Internacional para la Investigación del Cáncer. Según las investigaciones, la exposición al asbesto puede incrementar el riesgo de cáncer de pulmón y mesotelioma (cáncer poco común del revestimiento delgado del pecho y del abdomen).

 

Aunque es un cáncer raro, el mesotelioma es el tipo de cáncer asociado más comúnmente con la exposición al asbesto. Además del cáncer de pulmón y mesotelioma, algunas investigaciones sugieren que existe una relación entre la exposición al asbesto y el cáncer colorrectal y gastrointestinal, así como un riesgo mayor de padecer cáncer de garganta, de riñón, esófago y vesícula biliar.