En defensa de las pequeñas embotelladoras
Con la publicacion de este artículo yo pensé que hasta ahí había llegado mi fugaz paso como redactor de El Tiempo y mi corta carrera como periodista… pues solo llevaba cuatro meses contratado como periodista económico tras un periodo de pasantías que duraron todo un semestre.
Esto fue en octubre de 1994. Entonces las historias de negocios no eran frecuentes en las paginas económicas de El Tiempo y menos con denuncias contra pesos pesados del sector empresarial.
Le conté a Pacho Santos que conocía de las denuncias que venían haciendo desde hace varios años, por la desaparición y destrucción de sus envases, Gaseosas el Sol en Girardot (Cundinamarca), Gaseosas Glacial en Mariquita (Tolima), Gaseosas Cóndor en Neiva (Huila), Gaseosas Florenciana en Florencia (Caquetá), Gaseosas la Reina en Popayán (Cauca) y Gaseosas La Cigarra en Pasto (Nariño). Muchas de las cuales señalaban directamente a Postobón como responsable. Nada menos que la joya de la corona del poderoso Grupo Ardila Lulle.
Y pese que habían acudido a todas las instancias, incluida la Superintendencia de Industria y Comercio y la Presidencia de la República, no había pasado absolutamente nada. Y en la prensa nacional ni por equivocación se había mencionado el tema.
“Hágale, escriba la historia, que si está bien fundamentada se la publico”, me dijo.
Y ante el asombro de todos mis colegas en la sección, incluido el joven y piloso editor encargado, Jaime Mejía, que estaba pegado del techo, empecé mi investigación.
Y en efecto, los gerentes de todas estas empresas de gaseosas se fueron lanza en ristre contra Postobón. A su vez el vicepresidente de Mercadeo de Postobón, Willian Jones, negó entonces que la compañía tuviera cualquier tipo de participación en estos hechos de competencia desleal.
Ante la contundencia de las denuncias se aprobó la publicación de la historia un domingo, abriendo con página entera la sección económica, la cual se ilustró con un pez enorme comiéndose a unos pececitos… y que titulamos: ‘Competencia con sabor a quiebra’.
Y hasta ahí toda iba bien. Pero el lunes Darío Arizmendi, director de noticias de Caracol Radio, entonces del grupo Santo Domingo, cogió la nota de El Tiempo y le dio todo el despliegue posible en su noticiero de la mañana. Este hecho enfureció al señor Ardilla que llamó personalmente a Don Hernando Santos, director del periódico, para reclamarle por la publicación de esa historia. A lo que se sumó la colérica actitud que asumió el subdirector de Portafolio, Silverio Gómez, que llegó enfurecido a regañarnos a todos por la publicación del artículo y a quejarse ante el director.
Y en efecto, hubo junta con todos los Santos… se reunieron Don Hernando (director), Don Enrique (editor), Enriquito (sub director), Luis Fernando (gerente) y Pacho (jefe de redacción)… ah y Silverio Gómez… que se coló. Mientras tanto Jaime Mejía estaba paniquiado. El editor, en vacaciones, también llamó preocupado y a meterle más leña al fuego. Yo, entre tanto, pálido y muerto del susto.
La ‘cumbre’ duró como media hora… todos estábamos llenos la incertidumbre… Luego empezaron a salir de uno en uno… recuerdo que Silverio pasó por el lado sin mirarnos y sin pronunciar una sola palabra. Al final salió Pacho y nos dijo: “Frescos… no pasó nada. Postobón va a enviar una carta… se la publicamos y listo…” Ufff… nos volvió el alma al cuerpo. Luego llegó la carta… “Chimba”, dijo Mejía… “Cargai publíquela”, me dijo.
Después supimos que las relaciones entre los Santos y el Grupo Ardilla no eran las más íntimas que digamos. Postobón, de hecho, poco o casi nada pautaba en el periódico. Tras este episodio, al parecer, tanto las relaciones como la pauta mejoraron y yo trabajé otros 8 años en el periódico. Al tiempo que las embotelladoras tuvieron un respiro. Algunas adquirieron plantas para producir embases de plástico, lo que las salvó de la quiebra.
Incluso, cuando a Pacho Santos lo nombraron director de Noticias de RCN Radio, me llevó a trabajar con él en la cadena radial de Ardila Lulle. Vueltas que da la vida.