Las cifras hablan por sí solas. Un proyecto como el Deprimido de la Calle 94, en Bogotá, que inicialmente costaba 45.000 millones de pesos, por retrasos y sobrecostos terminará demandando una inversión de 165.000 millones. Su entrega estaba prevista en el primer contrato para junio de 2014.

 

Con esa cifra, según me lo explicó el geólogo de la Universidad Nacional, Jairo Mojica Corzo, se hubieran podido construir tres metrocables en Bogotá, si se tiene en cuenta que la línea L del Metrocable de Medellín costó 51.000 millones de pesos.

 

Este sobre costo en la obra de la Calle 94, según Mojica, es un primer campanazo de alerta en torno a la posibilidad de construir un metro subterráneo en Bogotá. “Si los problemas del Deprimido de la 94  llegaran a repetirse en el caso de la construcción  de un metro subterráneo para Bogotá, su costo pasaría de los 14, billones previstos en la actualidad, a una cifra colosal, cercana a los 50 billones de pesos”, advierte.

 

Explica, además, que al igual que pasó con esta obra, ya hay varias experiencias negativas en torno a la complicada intervención del subsuelo de Bogotá, precisamente por la composición de este. Por ejemplo, en octubre 5 de 1994, en la Calle 72 con carrera 7, durante la construcción de la cimentación para el edificio de Concasa, proyectado para 19 pisos, ocurrió una falla de un muro de contención, que provocó el hundimiento de dos carriles de la calzada sur de la 72, y causó la muerte de tres obreros que se quedaron sepultados bajo el material deslizado.

 

Igualmente, en diciembre de 2011, se cerró la calzada occidental de la carrera 11 con calle 98 de Bogotá, por los hundimientos ocurridos casi al final de la construcción del edificio Green Office. El bloqueo de la vía, se mantuvo hasta julio de 2012, cuando se completaron las reparaciones de las redes de servicios públicos y los arreglos de la vía y los andenes. No obstante, al cumplirse un año del suceso inicial, se produjo un nuevo cierre de la vía, esta vez para la reparación de las redes de acueducto y alcantarillado.

 

En el sector de El Lago, al noreste de la ciudad y en el pie de los cerros orientales son muchos los casos de edificaciones con hundimientos, desniveles en forma de escalón y agrietamientos en los muros debidos a la baja consistencia del subsuelo.

 

Y en  las proximidades de la desembocadura del río Tunjuelito en el rio Bogotá, se encuentran atrapadas desde tiempo atrás dos tuneladoras que se trajeron al país para la construcción subterránea del llamado interceptor Tunjuelo-Canoas, consistente en un túnel de unos 8 km. Las máquinas, que quedaron atrapadas casi una sobre otra a una profundidad cercana 60m, aún no se han recuperado. Las causas de estos dos percances no son claras, pero asumimos nosotros que se debieron a flujo de material hacia los túneles por el cruce una zona de falla o el paso por una zona de alta presión.

 

Por situaciones como estas advierte el geólogo que “en consecuencia se puede anticipar que construir un metro subterráneo en Bogotá puede constituir en un costoso viaje a lo desconocido”.