Diversidad sexual y tolerancia: en defensa de Gina Parody.
Por: Damian Pachón Soto.
Filósofo y escritor.
Debo confesar que no comparto la visión empresarial de la educación, ni el descuido que el gobierno Santos y su ministra tienen por la universidad pública, pero considero injustas, malintencionadas y desproporcionadas la andanada de críticas y comentarios en los medios y redes sociales contra la Ministra Parody a raíz de la famosa cartilla sobre la diversidad sexual. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, como se dice coloquialmente, de tal manera no hay que confundir los asuntos.
Frente a la cartilla del Ministerio de Educación todo es un cúmulo de malentendidos, difamación, desinformación y mala fe de ciertos sectores conservadores del país. Vamos por partes. Lo que argumentan los custodios de la religión, la buena moral y las sanas costumbres, es que se trata de “imponer” la “ideología de género”, como si ésta fuera una política maquiavélica y perversa generada desde el Ministerio de Educación para “homosexualizar el país” y para deliberadamente “inducir” a los niños a usar faldas y a las niñas pantalones. Quienes defienden esta visión, con biblia en mano, y delirando de odio, pasando por el oportunismo y la doble moral de Uribe, las nostalgias medievales del Procurador Alejandro Ordoñez y el remedo de liberalismo de la Senadora Vivian Morales, no se detienen a pensar si es o no conveniente que, desde la infancia, en la escuela y el colegio se les hable y se les informe claramente a los niños sobre temas de diversidad sexual, tolerancia, respeto, discriminación y diferencia.
Cosas que no hacen los abnegados padres en sus casas, porque se consideran temas tabú. Tampoco ofrecen elementos de juicio de disciplinas como la psicología o la sociología, para mostrar por qué son o no adecuados tales contenidos informativos y educativos en el proceso de socialización de los niños. Y aún menos dan ejemplo de tolerancia con un debate serio y argumentado sobre el asunto. Por el contrario, lo que se vio en las marchas y en las redes sociales son argumentos ad hominem, esto es, falacias donde se ataca a la persona y no a sus ideas o argumentos.
En estos casos, cunde la vulgaridad de algunos piadosos padres y madres llamando desvergonzada, puta, degenerada, a la Ministra, llegando incluso a niveles descriptivos de prácticas sexuales que claramente desconocen. Es realmente triste ver ese nivel de fanatismo, desconocimiento y protuberante ignorancia de gente maleducada y grosera que dicen defender los valores familiares y la sana educación de los niños.
Personalmente creo que la intención del Ministerio es sana. Es realmente malintencionado pensar que la Ministra y sus funcionarios quieren lesbianizar al país. Ese es un delirio tan grande como aquél otro de que un país neoliberal como el nuestro, dirigido y gobernado históricamente por rancias aristocracias que no sólo detentan el poder económico sino también el político, se convertirá en castro-chavista. Pero bueno, esos son los “debates” que da la gente que carece de ideas y que está poseída por alguna fe como forma de terror.
Lo que hay que discutir es a qué edad debe darse esta información, con qué tipo de recursos y cuál debe ser el proceder de las instituciones para enfrentar casos de matoneo o discriminación por las preferencias sexuales de los estudiantes, lo que se debe discutir es si los profesores y los mismos padres de familia están capacitados para explicar este tipo de temas; lo que se debe poner en discusión es cómo contribuye esta información e ilustración de temas de diversidad sexual y género a la creación de una mejor convivencia y, a futuro, de una mejor sociedad.
Con insultar a la Ministra y llamarla lesbiana no se contribuye ni se construye absolutamente nada. Antes todo lo contrario, se les da mal ejemplo a los niños que acceden a las redes sociales y leen los comentarios groseros y burdos de los adultos.
El ser humano al nacer es una tabla rasa, un white paper decía el filósofo inglés Jhon Locke. De tal manera que todo lo aprende en el proceso de socialización, en el intercambio con la sociedad, y éstos procesos inician en la familia, se continúan en la escuela, el colegio, la universidad, el trabajo, etc. El lenguaje no viene empaquetado en el niño, lo mismo que la razón, la idea de Dios, los valores, las costumbres; el amor, la decencia, la compasión, la solidaridad, etc., son construcciones sociales aprendidas y mediadas luego por un proceso propio, personal, interno de reflexión cuando ya se tiene capacidad crítica y reflexiva.
Todo se aprende en la interacción social y luego es singularizado por nosotros mismos. De tal manera que lo que hay que sustentar, acudiendo a la psicología y las ciencias sociales, es si el respeto por el otro, la tolerancia, la diferencia, lo que claramente incluye el tema de la diversidad sexual y la discriminación, deben formar parte y en qué edad, en cuáles situaciones, de la educación escolar y de los manuales de convivencia. Personalmente creo que una educación temprana, con buena información e ilustración, con metodologías adecuadas, con una didáctica idónea, atendiendo al desarrollo y los niveles de aprendizaje, a los grados de formación intelectual, a la capacidad comprensiva, etc., son el pilar de una mejor sociedad, de una sociedad que valora y respeta al otro como persona, como ser humano que no es igual a mí. Creo que así se construye a futuro una sociedad más pacífica, más tolerante y mucho más ilustrada. Es el camino que han tomado las sociedades más organizadas y educadas del mundo.
Acudir al fanatismo, el odio, la violencia, el irrespeto para denigrar del tema de la diversidad sexual, en los términos y con algunas de las ideas manifestadas en la marcha del día miércoles, agrediendo a la Ministra, no sólo va en contravía de la constitución que promueve un Estado laico y derechos como el libre desarrollo de la personalidad, sino que representa el intento de regresar a Colombia a la época de Torquemada o, mejor, más atrás, como quisiera el Procurador, al pleno apogeo de la Edad Media. A los políticos oportunistas y a los camanduleros, no sobra recordarles estas sabias palabras del fallecido filósofo colombiano Darío Botero Uribe: “Los credos religiosos y los partidos políticos han derramado más sangre a través de la historia que cualquier otra causa”. Por lo demás hay que decir, que a las realidades no se les puede simplemente dar la espalda. Están ahí y hay que afrontarlas y quienes irreflexivamente no afrontan el tema de la diversidad sexual, y sacian su ignorancia y su odio atacando la condición sexual de una Ministra, precisamente son la mejor prueba de la necesidad de educación que necesita el pueblo colombiano.