Entre las situaciones más duras que tiene uno que afrontar en la vida, es tener que decirle adiós a la mamá. Pero hay ‘despedidas’ que son aún mucho más tristes y dolorosas. Así fue la que tuvo que afrontar recientemente Luis Fernando Santiago Arias, un contratista de la Secretaría de Movilidad de Bogotá. A sus 82 años, la madre de este ingeniero industrial de 40 años, empezó a padecer graves afecciones de salud que se sumaron a un Alzheimer. Por este motivo tuvo que ser trasladada de urgencia de Ocaña, su ciudad natal, a Bucaramanga, donde tristemente tuvieron que amputarle uno de sus miembros.

 

Pero nada de esto conmovió al jefe de Santiago, un ingeniero de nombre Francisco Javier Romero, Jefe de la Oficina de Control Interno, quien se irritaba cada vez que su funcionario tenía que salir volado a Ocaña o a Bucaramanga cada vez que le informaban que el estado de su mamá se agravaba. Por eso Santiago le pidió la suspensión temporal del contrato, por 15 días, para poder estar al lado de su madre convaleciente. Pero el señor, el de la Bogotá ‘humana’, se lo negó.

 

Uno de esos viajes coincidió con el ‘puente’ del primero de mayo, situación que Santiago aprovechó para estar al lado de su mamá: “Muy bien para usted que se va de puente”, le reprochó su jefe.

 

“Estando en la ciudad de Bucaramanga solicité la suspensión temporal de mi contrato al ingeniero Romero, dado que los médicos me informaron que mi madre se encontraba en etapa terminal, pero él me dijo que no era posible, en un correo que aún conservo. Por eso tuve que acudir a una asesora del entonces secretario de Movilidad, Rafael Rodríguez, para poder obtener esa aprobación, lo que molestó aún más ingeniero Romero”, me cuenta Santiago.

 

Su mamá finalmente fallece el 22 de mayo. A su regreso, Santiago pide ser trasladado a otra dependencia de la entidad para poder continuar con su misión contractual (que tenía que ver con el Sistema Integrado de Gestión), lejos del ingeniero Romero.

 

Pero no satisfecho con  todo el sufrimiento que había tenido que padecer Santiago, Romero pidió que se le abriera una investigación administrativa por posible incumplimiento de contrato y le retuvo una cuenta de cobro que nunca le aprobó y que hasta el sol de hoy no le han cancelado.

 

El caso de Santiago, al que no le renovaron el contrato y ahora se encuentra desempleado por la «persecución laboral» que le montó Romero, como lo denunció el contratista, está ahora en manos de la oficina de Gestión Corporativa, la cual tendrá que valorar igualmente la actuación de este último .

 

No tengo ni idea de donde salió Romero, ni quién lo habrá recomendado o contratado para ese cargo… lo cierto es que su reprochable, patética e insensible actitud no es compatible con la Bogotá ‘humana’ que predica su jefe, el alcalde Gustavo Petro.