Empresas locales y multinacionales han estado en el ojo del huracán por sus prácticas de apropiación indebida, que afectan a comunidades específicas y atentan contra la preservación de las riquezas culturales de la humanidad.

La moda no deja de fascinarnos. Sin embargo, muchas veces no tenemos consciencia del origen de los diseños que lucimos.

La apropiación cultural o apropiación indebida es el término para referirse al uso de símbolos, vestuario y en general elementos que pertenecen a una comunidad particularmente marginada.

Por esta razón, la moda sostenible reconoce la necesidad de eliminar este tipo de prácticas que vulneran los derechos de ciertas minorías.

Varias marcas de lujo se han visto envueltas en polémicas por comercializar elementos de estas etnias, sin su debido consentimiento. Chanel, por ejemplo, convirtió en un accesorio de más de US$1.300 un bumerán australiano considerado un elemento fundamental en la cultura aborigen de ese país. Las constantes críticas al gigante francés lo obligaron a excusarse frente al mundo.

Por su parte, Zara hizo eco al intentar vender una falda muy similar a la que utilizan los hombres en algunos países asiáticos para mitigar el calor en el verano. La prenda también causó escozor por su precio. Mientras la marca la vendía en US$70, la tradicional se podía conseguir por tan solo US$6.

Por fortuna, algunas marcas en Colombia hacen este panorama más alentador. Entre los casos positivos, vale la pena destacar el de la diseñadora Amelia Toro, quien promueve el trabajo en equipo con comunidades de diferentes zonas del país para lograr colecciones excepcionales.

Así que la próxima vez que compre una prenda o accesorio de inspiración étnica, tenga en cuenta la participación y retribución que recibieron las comunidades dueñas de dichos diseños para contribuir con la preservación las riquezas culturales del mundo.

 

Bibian Garcia
Profesora Instituto para el Emprendimiento Sostenible
Universidad EAN