La pandemia de COVID-19 que completa dos años (2020 y 2021) no solo trajo consigo cambio de hábitos, formas de relacionarnos, de trabajar, de estudiar y de dimensionar la vida tal y como la conocíamos hasta ese momento, sino que trajo consigo una disminución de productos y materias primas que ha encarecido muchos de los procesos necesarios para dinamizar el sistema económico.

En Colombia se han visto afectadas de forma específica áreas como la de la infraestructura y la construcción. Al no contar con oferta de materiales, se han encarecido las construcciones. También el sector vehicular y de tecnología, los cereales y los plásticos por nombrar algunos. En general, padecemos de un desabastecimiento de la cadena de suministro.

 

«Solo en términos ambientales hay una reducción significativa de la huella de carbono, de igual forma se disminuye la incertidumbre del abastecimiento en la cadena de abastecimiento, mejora las condiciones de empleabilidad del país y disminuye el impacto generado por el traslado de materiales»

 

Las razones: los procesos de globalización han permitido que los productos sean producidos en un continente, ensamblados en otro y comercializados a otro. Durante la pandemia, muchas empresas cerraron sus puertas Como sucedió en lugares específicos de producción industrial y puertos como China y Taiwán, gran parte de sus empleados enfermaron de COVID, lo cual hizo que se generaran crisis dentro de las cadenas de abastecimiento, porque se quedan cortas las de producción y transporte. Es posible que sea una crisis temporal, pero es una visualización de lo que puede pasar en el mundo cuando los recursos naturales no renovables como el petróleo escaseen totalmente, ese es un momento que se avecina.

Oportunidades sostenibles: los impactos ambientales que se generan en los procesos convencionales de producción actual generan grandes huellas de carbono, debido a las cantidades de trasporte requeridos para cumplir con las diferentes fases de la cadena de suministro, además del traslado de materiales y depósito en fin de vida de los mismos, saturando los rellenos sanitarios de materiales con oportunidades energéticas.

Producción in situ (nacional): la producción in situ, es decir a nivel nacional, si bien puede aumentar los costos de producción en términos de almacenamiento y mano de obra, tiene muchas ventajas. Solo en términos ambientales hay una reducción significativa de la huella de carbono, de igual forma se disminuye la incertidumbre del abastecimiento en la cadena de abastecimiento, mejora las condiciones de empleabilidad del país y disminuye el impacto generado por el traslado de materiales, permitiendo una mayor posibilidad de aplicar logística inversa y economía circular.

Logística inversa y economía circular como parte de la solución: la reincorporación de materiales desechados o que finalizaron su vida útil a los sistemas de producción tiene grandes ventajas. La primera es que disminuye los impactos ambientales producidos en la generación de residuos sólidos. Este es un gran problema a nivel mundial, pero en este caso, cuando el mundo padece de desabastecimiento de material primas, permite incorporar residuos como materia prima, sin tener la crisis de frenar las cadenas de abastecimiento debido a la desmaterialización del mundo. En conclusión, se requiere un mayor interés de las empresas en realizar cambios dentro de los procesos productivos, garantizar cadenas de suministro sostenibles, donde se priorice la producción In situ, así como la incorporación de la logística inversa y la economía circular, con el fin de garantizar el autoabastecimiento de materiales y así disminuir la dependencia de materiales y mano de obra a nivel global. Además, lo anterior disminuye la huella de carbono y generación de gases de efecto invernadero.

 

 

Natalia Zapata Restrepo

Profesora Asociada a la Facultad de Ingeniería

Universidad Ean