La crisis contemporánea tiene múltiples manifestaciones, tanto así, que pareciera agrupar diversas problemáticas de manera simultánea. Sin embargo, podría mencionarse que esta es una gran crisis de sentido. Una crisis que requiere dejar de lado las intervenciones técnicas superficiales y la valentía para cuestionar las construcciones profundas e históricas. Sumergirse en la cultura para reconocernos y generar cambios estructurales.

 

Esta reflexión es aplicable a las organizaciones ¿Cuántas veces hemos intentado abordar problemáticas apuntándole a situaciones “externas”, sin enfocarnos en las distintas dinámicas y lógicas que las generan? Es una suerte que nos dirige hacia las consecuencias y no las causas, dificultando encontrar soluciones asertivas.

La sostenibilidad desde el discurso del desarrollo sostenible ha de enfocarse en tres dimensiones, la ambiental, económica y social. La cultura aparece como un elemento transversal que acompaña la intervención tridimensional, sin embargo ¿qué pasaría si ponemos la cultura en el centro? Si entendemos la cultura como ese mecanismo que desarrollamos para adaptarnos al entorno, que responde a la manera en la que significamos nuestra existencia en el mundo y lo recreamos.

 

«La cultura sostenible como nueva ventana para la creación de caminos de tránsito en las organizaciones es posible. Sin embargo, es una opción poco privilegiada en la actualidad, a causa de nuestra preferencia por aquello cuantificable, medible y replicable. Se hace necesario aprender a abrirle espacio a lo cualitativo, lo emergente, la consciencia y la lectura de los contextos complejos»

 

La vida es posible en comunidad y no de manera aislada, por eso resulta pertinente explorar estas reflexiones bajo el lente de las organizaciones. ¿Cuáles son los sentidos y las interpretaciones que orientan las acciones en nuestras empresas?

Esta es una invitación a cuestionar las formas que percibimos como “naturales” para desarrollar nuevas narrativas de la vida y de nosotros en ella; todo esto, bajo el correlato de la sostenibilidad desde una perspectiva sistémica (regeneración). Una invitación a tener estas conversaciones y reflexiones incómodas que nos permiten salir del modo autómata en el que operamos cotidianamente para transformar realidades.

Semana de la cultura sostenible en la Ean

La cultura sostenible como nueva ventana para la creación de caminos de tránsito en las organizaciones es posible. Sin embargo, es una opción poco privilegiada en la actualidad, a causa de nuestra preferencia por aquello cuantificable, medible y replicable. Se hace necesario aprender a abrirle espacio a lo cualitativo, lo emergente, la consciencia y la lectura de los contextos complejos.

Integrar la cultura sostenible en nuestras organizaciones permite la redundancia en múltiples escalas. Es a través de la permeabilidad de la esfera laboral, con la personal, la familiar e incluso la social, que las nuevas narrativas y las acciones que se desprenden de ellas, circulan y resuenan en múltiples escalas. Convirtiendo así, nuestras organizaciones en agentes de cambio al servicio de futuros sostenibles.

Tener la certeza de que nos encontramos en un tránsito colectivo e individual en el cual somos una expresión de la vida en constante cambio, nos permite dar pequeños saltos al vacío, confiar. La cultura sostenible como un elemento que acompaña y sostiene desde nuestra realidad relacional los procesos de transformación, nos coloca de cara a la incertidumbre. Pero, hemos de recordar que en los momentos de crisis y no saber, la creatividad aflora.

Finalizo trayendo a colación una frase que repito constantemente, para la sostenibilidad no hay receta. El tránsito requiere líderes capaces de vivir procesos incómodos, de zambullirse en la oscuridad de nuestra especie para reconocernos y permitir que la luz de nuevos futuros emerja.

 

 

 

María Cristina Rodríguez Villera

Asesora en pensamiento creativo de la coordinación de sostenibilidad

Instituto para el Emprendimiento Sostenible

Universidad Ean