¿Qué va a pasar con el dólar? Esta es la pregunta clave del momento. Spoiler alert: nadie sabe, y quien crea saberlo deberá explicar cuáles serían los escenarios para la compleja coyuntura geopolítica internacional y qué margen de error tiene.
Antes de aventurarnos a hablar de las posibles consecuencias de la devaluación, es necesario saber si esta será permanente o si se trata de un fenómeno meramente transitorio.
En este último caso, las consecuencias se podrán encontrar principalmente en el ámbito financiero, con recomposiciones de los portafolios de activos, propios de momentos de volatilidad como este, en los cuales prima el flight to quality (resguardarse en activos seguros).
Por el contrario, si esta tendencia se consolida, tendremos un dólar caro. Las consecuencias de esto se pueden analizar a nivel de empresas, de decisiones de compra de los hogares y a nivel del gobierno.
Por un lado, según el libro de texto, las devaluaciones generan un impulso a las exportaciones y un freno a las importaciones. En la práctica, la reacción de las primeras suele ser lenta y la de las segundas se puede constatar rápidamente, como quedó demostrado luego de la gran depreciación del peso colombiano en el 2014. Entonces, en ese caso, no se debería esperar un empuje sobre la demanda agregada que pueda reactivar la economía.
En el frente externo, una posible fuga de capitales no es una buena noticia para el país, dado el gran y persistente déficit de la cuenta corriente: aproximadamente, 5 % del Producto Interno Bruto (PIB). Desde hace muchos años estamos gastando por encima de nuestras posibilidades, entonces, para financiar ese gasto, necesitamos que el resto del mundo nos preste.
“Saber qué pasará con el dólar es casi un tema de ciencias ocultas: desconfíe de quien le brinde una cotización sin acompañarla de un análisis de escenarios y de márgenes de error”.
Pero en este contexto de incertidumbre global, ese crédito saldrá más caro, y aún más teniendo en cuenta que el Gobierno ha utilizado algunos artilugios contables para que las cuentas públicas cumplan con la regla fiscal (algo que seguramente no pasará desapercibido para las calificadoras de riesgo en sus próximos reportes), haciendo así que el panorama para la economía colombiana en los próximos meses no sea alentador.
Los hogares colombianos también sufrirán consecuencias de un dólar más caro, debido a la pérdida de poder de compra de sus ingresos en términos de bienes y servicios importados: electrodomésticos, celulares, bicicletas, motos, carros y viajes al exterior, entre otros.
La actividad comercial y la venta de bienes de consumo durables se resentirá. Al mismo tiempo, unas importaciones más caras generarán aumento de costos por la vía de los insumos importados. En todo caso, esto no le ayuda mucho a la economía doméstica, justo cuando enfrenta una importante alza del desempleo y el Gobierno no sabe por qué, según las inéditas confesiones del ministro de Hacienda.
¿Y todo por qué? Por una mala comprensión de cómo funciona la macroeconomía de una economía abierta y el comercio internacional por parte de un líder global.
Ante esta coyuntura, contestar la pregunta sobre qué pasará con el dólar es casi un tema de ciencias ocultas: desconfíe de quien le brinde una cotización sin acompañarla de un cuidadoso análisis de escenarios y de correspondientes márgenes de error.
Enrique Gilles
Profesor Titular Programa de Economía
Universidad EAN