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Eran casi las dos de la tarde e iniciaría la sesión de clase de principios de microeconomía. Habíamos llegado al momento del curso en que examinamos la teoría del productor. Antes de hablar sobre “cómo piensa el productor en micro”, creí mejor partir desde la construcción de una visión clara sobre quién es el productor en Colombia.

– ¿Quién creen que es el productor en Colombia? -, pregunté a los estudiantes. Desde cierta inocencia o desconocimiento, la mayoría contestó con nombres propios de empresas medianas o grandes, relegando a las pequeñas y micro hacia el olvido del momento.

Al final de la ronda de preguntas solo dos estudiantes me preguntaron por las empresas más pequeñas del espectro, dudando de si realmente lo eran por su tamaño.

En 2023, la Encuesta de Micronegocios del DANE estimó que poco menos de 5.200.000 micronegocios generaron 77,2 billones de pesos y son más del 90% de las empresas en Colombia. Estas cifras distan de ser despreciables. Colombia es un país de micro y pequeñas empresas, pero esta realidad está lejos de estar presente en las mentes de muchos en el país.

Al poco tiempo de hablar con datos en mano, varios estudiantes alzaron sus manos. paulatinamente, el salón se llenó de dudas frente a cómo se percibe el quehacer del economista en un ambiente como el que enfrentan los empresarios colombianos. Aunque las preocupaciones de los estudiantes variaron, en mayor o menor medida todas tocaron algún punto del ciclo de vida empresarial.

La discusión original de nuestra clase tomó un rumbo diferente y comenzamos a entender varios elementos de lo que es “hacer empresa” y “ser productor” en el país. Algunos de los estudiantes habían trabajado antes y conocían directa o indirectamente lo duro que puede ser mantenerse en el mercado colombiano. Más de uno mencionó lo fuerte que es tener que pagar ciertas obligaciones para operar de manera formal, lo demandante que puede ser mantener la contabilidad en regla, entre otras cosas.

Al contrastar la mayoría de las intervenciones y hablar de lo que es “ser productor” en Colombia, nuestra clase del día trajo una buena dosis de realidad a discusiones que otrora hubieran sido etéreas o muy teóricas.

Nuestro sector productivo promete y hay que apoyarlo para que se desarrolle, pero cuenta con barreras de diferente índole que limitan el desarrollo empresarial. Apoyar a ese “productor” colombiano no es cosa de proteccionismos o paternalismos, sino un ejercicio juicioso con apuestas productivas, coordinación institucional y un reconocimiento de que “el diablo está en los detalles” de la política de productividad y competitividad.

Escrito por: Juan Diego Lobo, director de Economía y Gobierno Universidad Ean

Universidad Ean

 

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