En el camino hacia la sostenibilidad es común que las organizaciones centren su atención en acciones externas. Sin embargo, es esencial reconocer la importancia tanto de estas acciones como del bienestar interno, incluyendo la energía vital de quienes impulsan estas iniciativas dentro de las estrategias de sostenibilidad.
Las organizaciones y sus integrantes operan como sistemas vivos en constante intercambio de materia, información y energía con su entorno. Este flujo constante nos sumerge en procesos de aprendizaje continuo y en un océano de oportunidades para hacer mejor las cosas.
Es crucial no pasar por alto el cuidado de las personas dentro de nuestra organización, especialmente de aquellos líderes que encabezan la transición hacia la sostenibilidad.
Los sistemas vivos poseen una fuerza vital intrínseca, una capacidad para satisfacer sus necesidades y vivir de manera plena y vigorosa. Cuando los colaboradores están conectados con esta fuerza vital se facilita la toma de decisiones diarias y estratégicas orientadas a la sostenibilidad. Además, se fomenta la emergencia de alternativas creativas y disruptivas.
Esta conexión con la fuerza vital interna no solo impulsa la innovación y la resiliencia, sino que también nutre una cultura organizacional saludable, en la que no solo se habla de sostenibilidad, sino que se vive. Los líderes que se preocupan por el bienestar de sus equipos no solo lideran con empatía, sino que también inspiran a otros a comprometerse con la causa de la sostenibilidad de manera más profunda y auténtica. Esto crea un ciclo virtuoso en el que el cuidado interno fortalece la capacidad de la organización para marcar un impacto significativo en el mundo exterior.
En consecuencia, al abordar el tema de la energía en el contexto de la sostenibilidad, no solo nos referimos a aspectos técnicos y ambientales, sino también a la propia energía de las personas. Esta energía interna promueve el cambio, guía las decisiones y nutre la innovación. Al equilibrar la atención tanto en las acciones externas como en el bienestar interno, creamos un terreno fértil para una transición efectiva hacia la sostenibilidad, donde tanto las organizaciones como las personas prosperan en armonía.
La conexión entre la salud interna de las personas y el consumo de energía es innegable. Con mayor vitalidad, estamos más dispuestos a abrazar prácticas sostenibles en nuestra vida cotidiana, incluyendo la gestión eficiente de recursos como la energía (en el sentido más amplio), y a tomar decisiones que minimicen la huella ecológica y promuevan la eficiencia. Además, esta conexión entre la vitalidad personal y el consumo de energía se extiende a nivel organizacional, donde equipos motivados y energizados son más propensos a identificar y adoptar medidas que reduzcan el derroche de recursos y promuevan la sostenibilidad en todas las facetas de la operación de la empresa.
Podemos afirmar que, la gestión eficiente de la energía se ha convertido en un imperativo empresarial en la actualidad. A medida que las empresas buscan reducir costos, mitigar riesgos y cumplir con las crecientes demandas de sostenibilidad, la eficiencia energética se destaca como una estrategia esencial, desde la implementación de sistemas de iluminación LED y tecnologías de calefacción y refrigeración más eficientes hasta la adopción de fuentes de energía renovable y la optimización de procesos de producción; las organizaciones han logrado, no solo reducir su consumo de energía, sino también mejorar su competitividad en el mercado y su imagen pública.
La gestión eficiente de la energía no es solo una medida ambientalmente responsable, sino que también genera beneficios económicos, operativos tangibles y culturales. En última instancia, estas prácticas no solo contribuyen a la sostenibilidad empresarial, sino que también muestran cómo la innovación, el bienestar y la eficiencia pueden converger para impulsar el éxito a largo plazo en el mundo empresarial.
Escrito por: Julián David Antorveza Gil, Profesional en Gestión Ambiental Universidad Ean
María Cristina Rodríguez Villera, Coordinadora Ean Sostenibilidad