La pandemia trajo nuevos comportamientos en los estudiantes, quienes ahora tienen unas nuevas reglas de juego donde la educación tradicional compite con la industria del entretenimiento.

Las invitaciones de las universidades a asistir presencialmente a las aulas de sus campus han sido ignoradas por la gran mayoría de los estudiantes. Sin el picante de las conversaciones y olor de los besos al saludar, las instituciones de educación superior que buscan que sus estudiantes vuelvan a las aulas físicas parecen estar enfrentando un gran reto.

El estudiante universitario no extraña sentarse en un pupitre, ni las fórmulas ilegibles escritas con marcador gastado en el tablero que manchó el docente de la clase anterior con un Pelikan imborrable. ¡No!, el estudiante lo recuerda pero no añora nada de eso. Lo que se extraña de la educación es lo más básico. A la Universidad vamos a vivir la vida, a tener relaciones sentimentales o de amistad, a contar cómo se vive la vida en la provincia mientras nos volvemos capitalinos, pero con la pandemia muchos volvimos al pueblo y sentados frente a un computador nos dimos cuenta de que si no podemos estar físicamente cerca preferimos estudiar desde casa.

Esta nueva modalidad implica que solo si somos lo suficientemente hábiles como docentes lograremos un espacio para nuestras presentaciones en la pantalla de sus celulares, pero es mejor asegurarse de tener un buen Kahoot como despertador de alumnos bajo la manga, además de una clase entretenida donde el protagonista esté del otro lado. Algunos de mis colegas, en su justa defensa, me responderían que la educación no es entretenimiento, pero nuestras clases compiten frecuentemente contra más de un canal de YouTube, videos de TikTok o fotos en Instagram.

Desconocer nuestros nuevos competidores en educación, como cónyuge que se niega a sí mismo la existencia de un tercero en la relación, no hará que nuestros estudiantes dejen de verlos. Por otro lado, darle una cálida bienvenida al presente, al futuro y al eduentretenimiento —en vez de estar planeando estrategias para vivir en el pasado—, podrá devolvernos la valiosa y sincera mirada de estos nuevos estudiantes.

Las empresas necesitan líderes capaces de generar nuevas versiones de sus empresas, de reorganizar grafitos para convertirlos en diamantes.

¿Cómo poder formar los líderes que requieren las sociedades sin la adaptación de la educación? Las empresas necesitan líderes capaces de generar nuevas versiones de sus empresas, de reorganizar grafitos para convertirlos en diamantes. Esto requiere abordar las problemáticas con mente abierta, desde distintos puntos de vista y con nuevas y diversas herramientas; sin embargo, los cambios en la educación van mucho más allá de la tecnología. Si bien esta es una área que debe ser dominada por todos aquellos que busquen ser relevantes en el mercado laboral, la pandemia también nos ha demostrado que, a la hora de enfrentar un reto, una perspectiva muy especializada nos arroja solamente una solución parcial y quizás viciada.

En el contexto actual se requiere el diálogo interdisciplinario. Una pandemia como la que estamos viviendo es un problema, en primera instancia, sanitario, el afán por desarrollar una vacuna puso en evidencia la importancia de la ciencia y la investigación, pero el reto abarca otras áreas. El sobrellevar la pandemia ha implicado la puesta en marcha de adelantos tecnológicos para el monitoreo de los ciudadanos; la adquisición de bienes y servicios; la entrega de entretenimiento y cultura; la comunicación y la continuidad de los procesos de educación.

El desarrollo de estos adelantos va más allá del campo de la ingeniería. El marketing digital y el estudio del comportamiento del consumidor, por ejemplo, son terrenos donde se requieren habilidades tradicionalmente opuestas, como el análisis de datos y la redacción de textos. Asimismo, los gestores culturales también han entendido la relevancia de las finanzas y el mercadeo para llevar a cabo sus proyectos.

Es así como hoy dentro de la oferta académica de las universidades encontramos cócteles de saberes que no nos atrevíamos a soñar. La bioética, la biomímesis, la sociotecnología y las humanidades digitales son actualmente parte de la oferta de varias universidades alrededor del mundo, y Colombia afortunadamente no es la excepción. Se trata entonces de unir saberes para generar mejores soluciones y dejar de ver el mundo en cajas temáticas que no se pueden mezclar en un mismo cerebro. Desde luego, tomaría muchos años formar a una persona con todas estas habilidades, pero la familiaridad y el entendimiento de las distintas áreas facilitará el desarrollo de soluciones para problemas que exigen el entendimiento multidisciplinar.

Jaime Andrés Reyes Páez
Director de Estudios Sociohumanísticos, Culturales y Éticos
Universidad Ean