La discusión sobre la propuesta desempolvada por el Fiscal General de la Nación de eliminarle tres ceros al peso se ha volcado sobre los pros y los contras, lo cual es sano para el análisis. Pero, ¿no sería mejor preguntarnos si sirve de algo aparentar tener una moneda fuerte si no hay una economía sólida que la respalde?
Quitarle o no ceros a los billetes de la economía es un debate que se viene dando de tiempo atrás. Sin embargo, por la coyuntura económica (bajos niveles de crecimiento e inflación por encima de la meta) la iniciativa había estado congelada, hasta que el Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, la propuso de nuevo hace unos días y el ministro de Hacienda recordó que ya la inflación estaba controlada y, por lo tanto, se podía retomar el tema.
Mencionemos algunos de los argumentos de lado y lado:
El primero es que la medida puede generar inflación por la tendencia a redondear cifras. Quienes la defienden sostienen que mientras se asegure la disponibilidad del cambio pequeño seguramente la tendencia a aproximar no se dará en gran magnitud. Sin embargo, otras voces aseguran que la inflación llegará más al menudeo, allí en esa tienda donde el pan ya no será a $ 250 sino a $ 0,30.
Otro argumento en contra, son los costos adicionales no solo para el Estado sino para los comerciantes, debido a los llamados costos de menús o de impresión de catálogos. Al respecto, quienes están a favor de la iniciativa sostienen que el Banco de la Republica está constantemente renovando sus billetes y que igual debe incurrir en costos, mientras que los comerciantes deberán invertir solo durante el periodo de transición (habría que analizar la magnitud de dicha inversión).
Por otro lado, quienes apoyan la medida aducen la facilidad en las transacciones, en especial para los turistas y para la contabilidad de las empresas. Seguramente a los turistas les será más fácil, pero una vez la medida sea del todo implementada; pues en la transición, tendremos una mezcla que podría ser confusa para ellos.
Más profundidad, menos banalidad
Asumiendo que la implementación se dé felizmente, solo esperemos que la facilidad que adquieren al contar las monedas y billetes no sea un argumento menor a la hora de haber perdido competitividad por la posible inflación que se genere. Recordemos que durante la crisis el sector turismo fue uno de los que logró aumentar sus ingresos, como resultado de la competitividad que ganó con la devaluación del peso.
En cuanto a la contabilidad de las empresas, estoy segura de que aquellas que contabilizan billones de pesos tienen sistemas de información contables lo suficientemente robustos; ¿pero las demás?
No estoy en contra de la propuesta, pero, a mi juicio, no deja de ser una medida vanidosa y no de fondo. Deberíamos concentrarnos en temas estructurales. De nada nos sirve aparentar tener una moneda fuerte si no hay una economía sólida que la respalde. Si bien es cierto que se hicieron esfuerzos importantes desde la política económica nacional por controlar la inflación, no podemos olvidar que la actividad económica aún no se restablece y que el respiro que medio se comenzó a sentir se dio, en gran medida, por la recuperación del precio del petróleo.
Nota: Frente a la propuesta del señor Fiscal de implementar esta medida para dejar sin respaldo las caletas de las FARC, me permito hacer una pregunta: ¿no será que las FARC obtenían los dineros del narcotráfico en dólares? Si de incluir los dineros en el sistema financiero se trata, no perdamos de vista que Colombia tiene aún una amplia proporción de la población sin bancarizar.
Paula Bula
Directora Departamento de Pensamiento Económico, Entorno y Competitividad
Profesora pregrado de Economía
Universidad EAN