Es fabuloso que cada día tengamos más empresarios exitosos inspirando a los jóvenes para que emprendan. Sin embargo, a su efecto motivador debe sumarse su compromiso de apoyar a los nuevos y pequeños propietarios.

Hablar de grandes y pequeños remite de inmediato a reflexiones sobre modelos de crianza y puericultura. Si bien en esta entrada no abordaremos este tema, sí deberíamos replicar algunas de estas pautas para formar a los nuevos empresarios del país.

Ahora que el emprendimiento es un concepto cada vez más vigente, en tanto es uno de los tres pilares de la apuesta de desarrollo del actual Gobierno (su meta es convertir al país en el Silicon Valley de Latinoamérica), es muy común que la mayoría de colombianos socialicemos alrededor del mismo.

Cada semana hay múltiples y variados eventos a lo largo y ancho de la geografía nacional que buscan sensibilizar a chicos y a grandes frente al emprendimiento como una clara y positiva opción de carrera profesional o proyecto de vida. Allí no solo se refieren a términos como Economía Naranja, innovación, capital de riesgo, liderazgo, unicornios y hasta centauros, sino que salen a relucir aquellos ejemplos de empresarios hechos a pulso que se convierten en el modelo a seguir de una nueva clase empresarial que se debe enfrentar al desafío de emprender en un país como el nuestro.

Esto claramente es muy importante para la generación de una cultura en la que cada vez más necesitamos poner al empresario en el centro del proceso de crecimiento y evidenciar su papel de jalonador de la economía. Sin embargo, es necesario ir más allá.

 

“Aunque es muy importante poner al empresario en el centro del proceso de crecimiento y evidenciar su papel de jalonador de la economía, es necesario ir más allá”.

 

Es urgente entender que en la diversidad de nuestro tejido empresarial no hay un problema sino un sinfín de posibilidades. ¿Realmente somos conscientes de que las mipymes colombianas generan más del 35% del PIB, el 80% del empleo y representan como mínimo el 94% de las empresas del país?, ¿olvidamos que solo el 1% de estas organizaciones son lo que muchos denominan empresas de base tecnológica? Si es así, ¿por qué nos obsesionamos, como ya lo he dicho antes, en convertirnos en un zoocriadero de unicornios cuando en realidad debemos aprovechar el zoológico empresarial en el que estamos?

Y ante estos retos el papel de las grandes empresas del país es decisivo. Hoy más que nunca necesitamos que los grandes recuerden que algún día fueron chicos; que sean conscientes de que sus modelos de negocio no pueden soportar su rentabilidad a expensas de sus proveedores; que pagar en plazos justos y dar la oportunidad a nuevas propuestas es un aporte fundamental para el desarrollo del país; que vincular a emprendedores y sus startups a sus cadenas de valor no solo es sinónimo de abrir las puertas a los ‘pequeños’, sino de posibilidades de solucionar sus principales problemas.

 

“Necesitamos que los grandes sean conscientes de que sus modelos de negocio no pueden soportar su rentabilidad a expensas de sus proveedores”.

 

La coopetencia, como fórmula de colaboración entre diferentes actores, es una necesidad real a la que se debe enfrentar el empresariado colombiano, puesto que nos puede ayudar a cerrar las brechas de la competitividad y la perdurabilidad de nuestro tejido empresarial.

Tal como sucede en algunas familias, los hermanos mayores son los llamados a liderar el cambio. Es fabuloso que cada día tengamos más y más empresarios exitosos compartiendo sus historias que inspiran a los jóvenes a emprender, pero ojalá a su efecto motivador se sume su compromiso de apoyar a los nuevos y pequeños propietarios; necesitamos grandes empresarios que definan políticas de compras que incluyan a proveedores sin experiencia, esquemas de pago en tiempos justos, programas de desarrollo de proveedores, espacios de innovación abierta que vinculen a emprendedores y, por qué no, mecanismos de mentoría para compartir conocimientos, aprendizajes y hasta espacios de inversión.

La tarea entonces es gigante. El llamado es a entender que solo entre todos podremos lograr que mañana no nos vean como el Silicon Valley de Latinoamérica, sino que muchos, muchos más, quieran ser la Colombia de otras latitudes.


Francisco J. Matiz
@fjmatiz
Director Instituto para el Emprendimiento Sostenible
Universidad EAN