Detectar el nivel de ‘apetito’ es fundamental a la hora de conformar equipos altamente competitivos e inspiradores. ¿De qué lado estás?

Durante mi trayectoria profesional y empresarial he sentido y me he encontrado con diferentes tipos de hambre. Desde un hambre, diríamos, primaria, que se conecta con la ambición del dinero y del poder, hasta un hambre más profunda y trascendental.

Por lo mismo, he acuñado este concepto desde mi experiencia personal y la he trasladado al mundo directivo y de los negocios.

Recuerdo que cuando era adolescente mi padre repetía: “Es mejor llegar a ser que nacer siendo”. Y tenía razón. Tal vez por eso, siguiendo el pensamiento de abundancia de mi familia y de satisfacción por lo que se consigue a pulso, en medio de las restricciones empecé por desear cosas materiales.

Sin embargo, con el espejo retrovisor me doy cuenta de que satisfacía una necesidad inmadura que era obtener dinero. Yo pensaba en el postre mas no en alimentarme. Y hoy sé que el postre es el resultado de trabajar arduamente y con un propósito.

Luego, llegó un momento en el que sentí pánico y decidí replantear mi vida. No solo traje a Colombia a Les Mills, la multinacional que revolucionó el mundo del fitness, sino que esa experiencia me conectó con una organización alineada con un objetivo mayor, que era aportarle a la sociedad a través del ejercicio; allí no existían empleados, sino una gran comunidad… una tribu.

Si bien años después también experimenté el hambre del poder y la reputación, aquella que le hace reverencia el ego, después de haber hecho parte de esa compañía siempre quise volver a ese referente: el hambre de trascender a través de una filosofía compartida. Y esa hambre es la que busco hoy en las personas y de la que hablo en la Universidad Ean, en diferentes juntas directivas y en charlas informales con empresarios.

Pero no es solo un discurso. Cuando se trata de rodearme de personas para emprender proyectos busco actitud por encima de aptitud y ganas de transformar y de dejar un legado.

¿Que si es fácil reconocer este tipo de perfiles? Si se tienen en cuenta sus antecedentes y se hacen las preguntas correctas, sí. Yo recomiendo que los directivos o encargados de selección en las empresas revisen qué ha perseguido la persona en sus trabajos anteriores, sus logros y cuánto tiempo han durado.

Ahora, el hambre también se despierta, y si las organizaciones y empresas no tienen un gran propósito y una causa que seguir, desear esta clase de perfiles es, por lo menos, incoherente.

Además, la ecuación es sencilla: un líder puede quitarte el hambre o generarte más. Así que mi invitación va en doble vía: por un lado, a que los directivos repensemos nuestras organizaciones, despertemos estos apetitos ‘positivos’ y le apostemos a grandes causas y, por el otro, a que los profesionales hagan un ejercicio de conciencia para entender con qué tipo de hambre se están conectando.

Yo, por ejemplo, hoy tengo un hambre de emprendedor y estoy trabajando por un propósito que es todavía más grande que el mío… la educación de las nuevas generaciones. ¡Así que buen apetito!

 

Billy Crissien C.
Presidente del Consejo Superior
Universidad EAN