En varios escenarios se ha dicho que la reforma pensional en Colombia es inevitable. ¡Y así es! Por impopular que sea, las cuentas y los números no dan.
Para nadie es un secreto que uno de los temas de mayor relevancia para los colombianos es el tema pensional. Desde los candidatos en plena campaña presidencial, hasta los diferentes analistas han sacado toda su ‘maquinaria’ explicativa de qué es o no adecuado para reformar el sistema y hacerlo viable.
Quiero aclarar que no soy experto en el tema pensional; lo que pretendo es llamar la atención sobre algunas cuestiones aisladas que considero polémicas y que han sido el caballito de batalla de muchos. Tampoco quiero aburrirlos mencionando el artículo 33 de la Ley 100 de 1993 o sus antecesores para culpar a alguien en particular por este callejón que parece sin salida.
A este punto, creo que coincido con la mayoría de comentarios que pudiesen considerarse incendiarios, y es que la reforma pensional es inevitable. ¿Pero por qué?, ¿qué factores propician dicha reforma?, ¿cómo podría afectar el adolorido bolsillo a los colombianos?
Comencemos por explicar que existen dos formas de pensión de vejez en Colombia: el Régimen de Prima Media y el Régimen de Ahorro Individual. Para el primer caso, se accede a pensión si se cumplen los siguientes puntos:
- Haber cumplido 57 años de edad si es mujer, y 62 años si es hombre.
- Cotizar un mínimo de semanas, así: 1.200 en 2011, 1.225 en 2012, 1.250 en 2013, 1.275 en 2014 y 1.300 a partir de 2015. ¡O sea, 1.300!
En el segundo caso, a cualquier edad, dependiendo del ahorro que se tenga. Cabe recordar que es prácticamente una cuenta personal y depende del dinero depositado en la misma.
En este momento, hablamos de aproximadamente $200 millones en ahorro para acceder a una pensión cercana al mínimo mensual vigente.
De manera que, si se pagan aportes de pensión por más de 25 años, con seguridad se tendrá una pensión acorde con lo que se aportó (por ejemplo, una persona que aporta desde los 25 años, a los 50 tendría el tiempo necesario para pensión). Este punto me parece muy importante, porque en lugar de estar despotricando del sistema y motivando a las personas a que no realicen aportes, deberíamos ser conscientes y motivar a las personas que comienzan su vida laboral a que realicen aportes para que cuando lleguen a una edad mayor no tengan que hacer cuentas sobre cuántas semanas les hacen falta o si alcanzan o no.
“En lugar de estar despotricando del sistema, deberíamos motivar a las personas que comienzan su vida laboral a que realicen aportes para que cuando lleguen a una edad mayor no estén sufriendo por no lograr su pensión”.
En este sentido, considero que una política efectiva no debería dedicarse únicamente a entregar subsidios a la tercera edad (si bien estos son importantes), sino estar orientada a motivar aportes al sistema.
Cuentas ‘alegres’ que preocupan
Cuando tenemos porcentajes cercanos al 50% de informalidad, como lo reportan las más recientes cifras entregadas por el DANE, deberíamos volcarnos a las calles para incentivar los aportes de los informales, puesto que al cabo de unos años serán nuestros adultos mayores y necesitarán de todos nosotros cuando no estén aptos para laborar. Este punto no tiene ninguna discusión, como lo repiten los padres, se trata de ahorrar para la vejez.
Hagamos una cuenta simple. Partamos de la base de que una persona recibe un salario mínimo ($781.242) y, por ende, sus aportes a pensión son de $125.000 por mes (4 semanas). Después de 1.300 semanas, congelando todos estos valores, tendría $40 millones aproximadamente para pensión. Como la esperanza de vida de los colombianos está en 75 años para hombres y en 81 para mujeres (existen temas de variación que afectan estos valores, pero no los contemplemos para este ejemplo), cuando una persona se pensione recibirá 13 años de pensión, si es hombre, y 24 años, si es mujer, lo cual significaría que para recibir su mesada con estos valores serían cerca de $120 millones para hombres y $220 millones para mujeres.
“Entre menos personas aporten a pensión, más dinero se necesitará para subsidiar su vejez, que se traduce directamente en gastos para el Estado y en más tributos para los ciudadanos”.
Esto quiere decir que el Estado tendría que subsidiar $80 millones para hombres y $180 millones para mujeres, sin tener en cuenta los rendimientos de los ahorros. Con esta cuenta simple, quiero hacer énfasis en cómo esto afecta el bolsillo de los colombianos, en tanto el dinero que hace falta para lograr la pensión sale, entre otros, de nuestros propios impuestos. Así que entre menos personas aporten a pensión, más dinero se necesitará para subsidiar su vejez, que se traduce directamente en gastos para el Estado y en más tributos.
Naturalmente, esta operación suena demasiado escandalosa, y es por esa razón que se dice que es necesario analizar el sistema pensional, no con cuentas simples como las presentados anteriormente, sino con verdaderos estudios que nos indiquen cuál es la mejor opción para evitar un colapso del sistema como ha ocurrido en algunos países. Sin embargo, ante estas cuentas “alegres” como las que acabo de esbozar suena inevitable una reforma que contemple los factores antes mencionados y un fuerte componente social que garantice un sistema equitativo, sostenible y viable.
A manera de conclusión, la idea es que muchas personas aporten al sistema y así haya un soporte financiero para las futuras generaciones. Ahora, aunque las tasas de ahorro en Colombia sean bajas, este tema no es personal sino social y parte de la solución puede comenzar por ahí.
Milton Januario Rueda Varón
Director de Doctorados de la Facultad de Ingeniería
Universidad EAN