El emprendimiento se ha puesto de moda. Hoy todas las instituciones educativas se refieren a él como un motor fundamental de desarrollo, que debe ser promovido y acompañado desde su incubación hasta su consolidación.

Sin embargo, hay un punto fundamental del que no hablamos en un país en el que la intención de emprender ha venido en descenso (del 77% en 2013 al 71% en 2014, y al 66% en 2016, según el Global Entrepreneurship Monitor), y es que más importante que dictar técnicas y teorías es formar individuos con carácter emprendedor… personas capaces, íntegras y dispuestas a dar soluciones innovadoras a los problemas tradicionales.

Claro, aunque en el discurso suene sencillo, la experiencia de emprender o intraemprender no es nada fácil. Es más sencillo replicar una y otra vez los modelos preestablecidos, para evitar el riesgo y, sobre todo, los errores.

Y justo ahí está el mayor desacierto: los emprendedores deben equivocarse, porque si no lo hacen no logran aprender a medir el riesgo ni a controlar sus emociones al momento de tomar una decisión estructural.

Las falencias en nuestra formación no solo son las responsables de que un 16% de los colombianos concrete su intención de crear empresa (GEM 2017), sino de la constante insatisfacción frente a los jóvenes recién egresados, que llegan a su primer empleo con carencias fundamentales para su desarrollo organizacional.

Los emprendedores necesitan desarrollar habilidades de relacionamiento, comunicación e intuición, que hoy son subestimadas por los modelos educativos tradicionales.

Emprender en sí mismo es un proceso generoso, que no se limita a procurar el bienestar individual, sino el colectivo; por eso, incluye conceptos de sostenibilidad económica, ambiental y social, que van evolucionando con el pasar del tiempo.

Por lo mismo, este blog se propone convertirse en una fuente de inspiración y reflexión, enmarcada en un lenguaje claro y directo, para los nuevos emprendedores que trabajan en las corporaciones, en las industrias y en sus propios negocios.

Los docentes de la universidad EAN no pretenden dar cátedra ni hablar de su verdad, sino abrir discusiones para estimular el sentido crítico informado, que tanta falta nos hace en épocas de la Economía Digital.

Elsa María Gómez
Universidad EAN