Por: Lida Alejandra Acosta (Investigadora RADDAR CKG / Directora de Estudios Económicos)
Muchos la denominan la peor crisis económica de la historia. La crisis del 2008 que estalló en Estados unidos y luego se extendió a lo largo de mundo, ocasionó una de las peores caídas del gasto de los hogares en muchas de las economías globales. Todos los sectores se vieron en un fuerte apretón pues esta crisis resultó en altas tasas de interés, recesión en la economía, desempleo, desvalorización en los inmuebles, cartera morosa y severos problemas en la banca. Particularmente en Colombia, el efecto de la crisis hipotecaria del 2008 impactó negativamente en el gasto de los hogares durante todo ese año prologándose hasta 2009; sin embargo, se cree que los efectos que esta crisis tuvo no superan los ocasionados a finales del siglo pasado con el desmonte del sistema UPAC en Colombia. Es así, como a partir de la experiencia que nos deja la crisis del 2008 se establece cómo pudo afectar la crisis hipotecaria al sector lechero y cómo esta situación nos permite tener componentes para afrontar este 2020 que para algunos prevé crisis económica.
El gasto general de los hogares durante la crisis del 2008 registró una caída importante en las unidades, que resultó de un aumento en los precios de muchos alimentos; esto generó que los hogares ajustaran sus bolsillos, dejando a un lado otros gastos no propiamente necesarios. Esta misma situación ocurre en 2016 con la crisis inflacionaria, en donde además de una caída de los precios del petróleo, también se registró un paro camionero y el fenómeno del niño que influyó en el flujo de alimentos del país generando un desabastecimiento y consigo un aumento en los precios. En cuanto al gasto en lácteos, en enero del 2009 el gasto real de los hogares en lácteos y derivados alcanzó su punto más bajo, esto produjo que los hogares dejaran de asignar -3,2% en esta clase de productos, considerados ellos artículos esenciales dentro de la canasta de los hogares. Esta misma caída en el gasto se evidencia en el gasto per cápita, donde las personas pasaron de hacer una asignación de 24.080 pesos por persona en enero del 2008, a 23.935 pesos a enero 2009.
De esta manera, el mayor pico de inflación en este periodo de crisis se presentó en enero del 2008 (14,3%) en productos lácteos y derivados. Sin embargo, a nivel general, la mayor inflación se registró en octubre del 2008 (7,94%). Esto permite entender que durante la crisis económica que atravesó el país en el 2008, los precios de leches y derivados de las leches alcanzaron primero su máximo histórico antes que la inflación general e incluso la de alimentos.
Esta variación de precios acelerada responde específicamente a la crisis, pues en este periodo el aumento de los precios también fue consecuencia de un aumento de los costos de producción de leche, esto generó que algunos hogares disminuyeran el volumen de sus compras en este producto, llevando menores unidades a sus hogares, lo que hace la demanda de leche altamente sensible ante un aumento de los precios.
En conclusión, la crisis hipotecaria tuvo efectos negativos en el gasto de los hogares hasta mediados del 2009, esto ocasionó una caída en los per cápitas que tardaron 5 años en recuperarse. Así mismo, tanto la crisis económica del 2008 y la inflacionaria en el 2016 permiten entender la sensibilidad que tiene la demanda de productos como la leche y sus derivados ante aumento en los precios, los cuales particularmente aumentaron en el 2008-2009 en mayor medida con un incremento en los costos de producción en el sector lechero. Pese a estos aumentos, durante ambos periodos, el sector de comercio ayudo en la recuperación del gasto de los hogares, nuevas figuras de descuentos y canales aliviaron el bolsillo de muchos hogares, lo que permitieron incluso que el huevo no fuera mucho más hondo.
Sin embargo, para tener en cuenta, ante la situación actual, algunos analistas prevén un golpe importante a la economía del país, esto podría ocasionar una reducción en los ingresos de los hogares y consigo un ajuste en sus gastos dando prioridad a los bienes de primera necesidad tales como alimentos. Sin embargo, mientras los precios de estas canastas no aumenten a niveles como los registrados en 2008 y 2016, no parece que el gasto en lácteos se vea afectado, para esto, es necesario que no se registren un desabastecimiento en alimentos por lo cual el preciso prestar atención a la logística de producción y transporte de estos. Por último, el comercio especialmente de domicilios y plataformas digitales podrían resultar ser un gran alivio para los hogares tal como lo fue anteriormente.