Por Juan Pablo Sánchez Bustos. Gerente de Operaciones RADDAR CKG.

Cuando se habla por lo general de bienestar lo primero que pensamos es en felicidad, gusto, tranquilidad satisfacción, que en conjunto estas palabras comprenden lo que muchos asocian emocionalmente con bienestar.

Indagando con varias personas sobre lo que comprende la palabra bienestar para muchas tiene trasfondos muy distintos, pero en esencia todas las respuestas se centran en un factor que tiene que ver con el estado de ánimo de cada persona, existen personas que pueden tenerlo todo y su percepción de bienestar no es el que esperan y por el contrario hay personas que con muy poco perciben altos niveles de bienestar.

El bienestar, si o si está relacionado con la autorrealización de las personas, las metas, los objetivos y los logros de cada persona, que son distintos y alcanzarlos o no, hacen parte de que las ellas se sientan tranquilas y felices.

Por otro lado, que va muy de la mano con lo anterior es el tema de las compras, el consumo también se encuentran muy relacionado con las sensaciones de bienestar, las compras que normalmente hacemos por necesidad o frecuencia no las categorizamos muchas veces como generadores de bienestar; comprar alimentación, vivienda o relacionados, así como ropa genera sensación de bienestar y de tranquilidad pero esa sensación empieza a mermar a medida que va pasando el tiempo, ya que se vuelve algo recurrente y dejamos de percibirle el mismo valor de bienestar que las primeras veces.

Al entender que el bienestar está perfectamente relacionado con el consumo, el dinero y los procesos de compra, me surge un grupo de ¿Compramos productos buscando únicamente cubrir una necesidad? ¿buscamos productos que no sólo cubran mi necesidad, sino que me genere la sensación de bienestar?  A raíz de esta pregunta es donde pienso que muchas empresas de servicios o productos se han conformado con el hecho de cumplirle al público tan solo cubriendo sus necesidades,  y al final se han convertido en productos y servicios de rutina que no le generan al público ningún sentimiento nuevo al que ya tienen.

Por otro lado, las compras que son planeadas con anterioridad principalmente por su alto monto de desembolso estas suelen ser las que más felicidad y bienestar genera en las personas, estas sensaciones empiezan desde la pre compra cuando las personas proyectan y evalúan las mejores opciones para la adquisición del producto, luego de comprarlo y tener el producto y empezar a interactuar con él, se completa el proceso de auto realización y sensación de bienestar por la compra de un producto.

Esto último, me permite enlazarlo con lo sucedido últimamente respecto al tipo de cambio en el país y es que los colombianos empezamos a percibir que el bienestar de nuestra vida está en función muchas veces de que pasa con los movimientos internacionales, en este caso con las fluctuaciones del dólar, lo cual conlleva a pensar que productos se pueden comprar con mejor, mayor o menor dificultad. Es decir que frente a la dificultad que nos manifiestan los medios y siendo esta la sensación generalizada en el entorno se percibe como una disminución del bienestar.

Es decir que con esta sensación pesimista que podría reinar en los hogares, así mismo las compras podrían reducirse, ya que esta relación no solo desde la compra hacia el bienestar, sino igualmente desde la sensación hasta la decisión de compra. Pese a ello la idea no es dar un mensaje negativo, sino analizar como el bienestar, si bien puede ser encontrado de muchas formas, la más básica, cercana y rápida es la compra de un producto, que puede ser desde el más grande y con mayor valor, hasta el helado después de almuerzo.