Por: Angélica María Rincón Plazas – investigador/analista junior RADDAR CKG
El mundo está lleno de gente que ante los ojos de todos han sido bendecidos con el don de la belleza y otros que al parecer no son tan agraciados, pero ¿quién decidió qué significaba eso? Vivimos rodeados de publicidad, productos y marcas, que día tras día nos saturan con anuncios en los que suelen mostrar típicos modelos, con piel radiante, pelo brillante y cuerpo escultural que tienen una vida perfecta y sin problemas, pero la realidad es otra.
La presión que se vive en el mundo del espectáculo, los estereotipos de belleza que han regido por años, la competitividad y la discriminación, son aspectos mucho más serios de lo que creemos.
Unos días atrás fue noticia la candidatura de Justin Clark a Miss Mundo Australia, una modelo de 26 años que resaltó no solo por su físico y sus capacidades, sino porque se convirtió en un estandarte al ser la primera candidata de este certamen en silla de ruedas.
Esta joven mujer ha dejado claro que su discapacidad física no es un impedimento para participar en el reinado que premia a la mujer más bella de su país. Ella resalta que una silla de ruedas no la define ni la limita, y que al igual que muchas mujeres alrededor del mundo, solo necesita la oportunidad de demostrarlo.
Año tras año se han establecido características específicas que se han vuelto casi que una ley en el mundo de la belleza. Hoy en día nos parece difícil creer que antes, la tendencia de cómo se debían ver las mujeres apuntaba a tener una figura gruesa y con curvas para ser sexy, saludable y popular, con la misma fuerza que hoy la publicidad propone eliminar kilos.
Lo cierto es que eso empezó a cambiar, se creó un nuevo estereotipo y se llegó al extremo en el que muchas campañas y productos incitaban la anorexia, afectando directamente a la niñez y a la adolescencia que son las edades más vulnerables a ese tipo de publicidad.
Si vemos detenidamente, aunque haya cambiado el mensaje, el trasfondo es el mismo, siempre se ha buscado decirles a las personas, en especial a las mujeres, cómo se supone deben verse para ser socialmente aceptadas, pero volvemos a lo mismo, ¿quién dice qué es lo correcto?
Algunas marcas como Natura han decidido resaltar que la belleza es natural, diversa y venden sus productos como potencializadores de esa belleza propia y única que cada persona tiene, tal vez es hora de que otras marcas se unan a esa tendencia y se cambie el hecho de que sean las personas las que se adapten a los estándares que alguien se inventó.
En un mundo en el que se está buscando eliminar cada vez más las brechas de rechazo y discriminación que hay en todos los sectores, es importante ser incluyentes en este sentido también, es momento de entender que la belleza no se puede encasillar, y que más allá de crear nuevos estereotipos, es hora de eliminarlos y de entender que, como dijo Confucio: ‘Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla’.