Por: Lida Alejandra Acosta (Investigadora RADDAR CKG / Directora de Estudios Económicos)
En el transcurso de la semana, redes sociales como Twitter estallaron frente a la indignación de las personas con los precios altos que Zara colocaba a productos como estropajos. Si bien esto se ve escandaloso, más allá del precio, parece que el olvido de los hogares se convierte en una oportunidad de mercado para estas marcas.
La cultura vernácula, hace referencia a la cultura popular, un conjunto de imaginarios que caracteriza a sociedades en particulares, contiene saberes, acciones, artículos, entre otros. Como parte de nuestra cultura vernácula no solo colombiana, sino también latinoamericana, encontramos artículos como los estropajos, las totumas, el aceite de marihuana entre otros. Más allá de la controversia que gira alrededor de esto, debemos cuestionarnos en varios aspectos que determinan las decisiones como Zara de incluirlos dentro de su catálogo.
En primer lugar, ¿qué uso hacemos el día de hoy de estos elementos? Para el caso de los estropajos, recuerdo que hace años en mi casa hacíamos uso de estos, los traía mi mamá desde una finca que teníamos en algún municipio de Cundinamarca y era tan rustico que aun traía las “pepas” dentro, a lo largo del tiempo y con el uso diario salían las semillas. También recuerdo que mi abuela, trimestralmente cosía ese estropajo a un tipo de tela con agarraderas para ella poderse bañar. Hoy en día, la fibra natural ha sido reemplazada por una esponjilla “super nice” rosada en el baño, mi mamá argumenta que el cambio lo hizo, porque escucho que las esponjas tradicionales acumulaban más bacterias y que un elemento de plástico evita eso, sea esto cierto o no. Esto se asemeja al uso de la madera en las cocinas, al tratarse la madera de un material poroso, este puede albergar muchas más bacterias que otros elementos como el plástico, lo que genera que poco a poco desaparezcan estos elementos tradicionales y sus usos en las cocinas, a esta obsolescencia se suman las cucharas de palo, las tablas, el molinillo o batidor de chocolate, el molcajete entre otros. La declaración cultural de lo obsoleto hace que cada vez más estos elementos vayan saliendo de nuestras vidas porque incumplen las normas sanitarias actuales y aceptadas por todos. Este mismo caso sucede con las totumas y azuza el uso de las hojas de plantas para la cocción y conservación de alimentos. Parece que la modernidad atenta fuertemente contra las cocinas particularmente.
Sea la razón que sea, al hacer cada vez un menor uso de estos, los hogares han echado al traste estos artículos, particularmente las generaciones más jóvenes, lo que finalmente los lleva a un total olvido. Aquí es donde entran empresas como Zara que aprovechan estos artículos para incursionarlos en sus catálogos. Y creo que al final no tiene nada de malo que los incluyan, el problema que surge con todo esto, es que se tienden a asignar un sobre valor a esta clase de artículos, y como muchas personas ya no reconocen el origen y el precio que solía tener esta clase de elementos, pues no tienen problema de pagar costos tan altos como los que ofrecen estas marcas.
Por otro lado, esta clase de artículos tampoco se han modernizado mucho, por ejemplo, en las plazas de mercado aun venden el estropajo en su forma más natural (sin pepas/semillas). Muy pocos cambios se le han hecho y no se reconoce una marca que lidere el uso de esta clase de artículos.
De esta manera, si bien resulta algo chocante para algunos de nosotros, ver un estropajo o totuma en el catálogo de marcas tan grandes como Zara, también debemos reconocer que hoy en día estos elementos han salido de nuestros hogares y han sido reemplazados en muchas veces por plásticos. Artículos que vuelven al mercado algunas veces con una marca ecológica. El problema evidentemente resulta siendo el precio final del producto, que no se ve reflejado en un valor agregado que la marca le pone sobre ellos sino, más por el simple hecho de ser Zara. Esto es problemático porque al final los vuelve inaccesible, y creo particularmente que, si se quieren masificar productos más amigables con el ambiente, se deben ofrecer a precios accesibles para todo el mundo. Por otro lado, creo que Zara podría en algún punto hacernos recordar esta clase de artículos que hacen parte de nuestra cultura vernácula, llegando a popularizarlos incluso.