Por Catalina Sánchez Caballero Investigadora RADDAR – Miembro Observatorio de Moda RADDAR/ Inexmoda

Si bien es cierto que cada 6 meses tenemos semanas de la moda, empezando con new york y terminando en Londres, este evento no deja de sorprender. Por lo cual empezar en la gran manzana tiene todo el sentido, ya que no solo es central sino que está más cerca a las celebridades.

Aun sabiendo esto y teniendo de presente que es el momento en que todas las casas de moda empiezan a mostrar lo mejor de sus trabajos, siempre al ver la pasarelas pienso ¿y qué va a llegar a Colombia? Aunque usted no lo crea es muy importante saberlo, porque así no sólo usted como aficionado va a saber, sino como productor sabrá sí su colección funcionará y si la plata que invierte en investigación funcionara o no.

Mi primera pregunta está fundamentada en dos cuestionamientos que la anteceden; primero ¿tenemos un mercado tan distinto a la alta moda? , y dos,  ¿los mejores adaptando la alta moda al común, son las firmas de pronta moda? En ese orden de ideas, en el primer cuestionamiento, pienso en todos los premios y pequeños eventos donde el diseño colombiano busca hacer propuestas interesantes, pero el mercado está esperando ver algo como en las semanas de la moda, es decir, primer momento del efecto NYFW: la percepción del diseño colombiano es que este no es tan bueno, dado que no se parece a lo exhibido por las celebridades o lo dispuesto en alguna pasarela; lo cual me lleva al segundo efecto.

Cierto resulta pensar que tenemos una industria manufacturera tradicional, que en particular el año pasado atravesó por una crisis, explicada en gran parte por la falta de innovación, tecnología y estrategia; esta, ha mantenido un particular odio por la pronta moda, pero de igual manera sabe que implementarla es comercial y hay que hacerlo para vender, renunciando en algunos casos hasta al ADN de marca y a todos los planes e investigaciones de mercado realizadas.

Es por ello que empezamos a hacer la pronta moda que tanto odiamos y a querer mostrar eso que sabemos que va a salir en la vitrina de los gigantes españoles, aun intentado, no quedarnos lejos por nuestros sistema de producción.

He aquí el segundo efecto, queremos vernos tan vigentes y tan internacionales, que olvidamos que la anatomía de este lado y cerca del trópico no necesariamente va con lo propuesto en una pasarela, dos no todo lo que hay en pasarela necesariamente está ahí por su usabilidad y tres estas pasarelas están ahí por su adaptación de las tendencias, la respuesta social y la investigación en cierta forma de su mercado.

Es por estas dos razones que al final de todas estas temporadas tenemos aproximadamente 5720 outfits que copiar, que no estamos seguros de sí funcionan o no, sí gustan o no y si son propios para nuestro mercado y nuestro entorno social, además de pretender querer vernos como las Kardashian en el mejor o peor de los casos. Esto solo nos deja ver  qué  diseñadores que están por internacionalizarse, tendrán colecciones que se verán similares a las observadas en alguna semana de la moda en las pasarelas colombianas, perdiendo credibilidad y renunciando a su talento creativo.

Una demanda creciente por las marcas de tipo low price, que tienen eso que salió en la semana de la moda casi al día siguiente, y lo más común y raro a la vez, una producción barata y “adaptada” en cada hueco, San Andresito, zona comercial tipo Gran San y derivados, con estas propuestas pero, un poco más atrevidas, un poco más coloridas ó un poco mal replicadas.

Así el efecto NYFW no es solo mostrarnos lo que hacen las grandes casas de diseño para innovar, sino mostrarnos que para llegar ahí es necesario más innovación y propiedad, menos copia y más originalidad; más adaptación, entendida desde la investigación y por sobre todo más estrategias de marca y diseño, que guerras de precios y promociones.