Por Catalina Sánchez Caballero 
Investigadora RADDAR CKG, Directora Observatorio de Moda RADDAR Inexmoda

Justo terminó una de las ferias de moda más grandes del país, lo cual, me hace pensar en las tendencias de moda, pero más allá de eso, en las de consumo y en la relación que esto tiene con la percepción. Yo sé que usted querido o querida lectora, creerá que estoy hablando de juntar peras y manzanas, pero en realidad esto es un conjunto de sucesos que se unen y transforman la forma en que consumimos y lo que consumimos, en este caso en el sector moda.

Si bien es cierto, que en particular en Colombia el sector moda lleva un largo periodo se ha apalancado en las promociones y que el valor de algunas marcas y productos se ha venido diluyendo, estamos frente a un punto donde toda la tendencia experiencial empieza a cobrar fuerza nuevamente, lo cual renueva el valor de las marcas y de los productos; así como el discurso que se encuentra detrás de una prenda, lo cual la puede convertir nuevamente en un objeto de deseo, y no solo en una pieza de tela que cumple la función de vestir y estar dentro de lo más “fashion” de la temporada.

De allí que el “hand made” esté recobrando su importancia, y que todo lo que signifique activismo también genere un impacto en la moda, porque las prendas se convierten en algo más que tela y sirven para algo más que vestir; éstas también se pueden usar para enviar un mensaje, para visibilizar un segmento, como instrumento político o en últimas para poder decir que fue hecho justamente.

Todas estas características hacen que el mapeo de consumidor de Colombia se vea modificado, esto hace que sí usted como productor cree que el negocio está en vender barato, déjeme decirle, que lo que muchas mujeres quieren es poder expresar su posición política sin ser denominadas como “feminazis”. Lo que quieren ciertas comunidades y grupos sociales es que dejen de ser discriminados; y lo manifiestan vistiéndose de cierta forma.

Esto hace que las cosas que las personas empiezan a comprar sean parte del “slow fashion”, es decir,  que no sean parte de una tendencia sino de un producto duradero, esto hace, por ejemplo, que el plus size esté potencializando, porque para mí, en Colombia somos más “curvy” que delgadas. Pero claro, así como está el blanco está el negro entonces, el mercado de prendas control también continúa creciendo, cada vez nos importa menos que se note la faja y es que, ¿qué tiene de malo querer que todo se vea en su sitio? Nada.

Es por estas y más razones, que es válido repensar lo que estamos haciendo y qué queremos que se compre en la industria y quiénes son los que nos están comprando, es decir, sí usted cree que la segmentación de su mercado se define por cierto rango de edad, le comento que hoy en día todo el tema generacional en la percepción y el acceso a la tecnología puede que nos haga mejores o peores compradores. Por ejemplo como escuche ayer “la diferencia entre comprar en una tienda y AliExpress es la paciencia” y esa es una de las razones por la cual su marca y sus ventas sean diferentes por canal, no porque venda más barato o porque salga más veces en la publicidad de las redes sociales.

Lo que realmente creo, es que el juego del sector moda está cambiando porque nos estamos dando cuenta que no solo suplimos una necesidad y somos las categoría que más usamos en el día, sino porque somos un movimiento que sirve como reflejo social y político del entorno en el que estamos, y que tomamos las herramientas disponibles para consumir como queremos, en el ritmo de cada uno y con la intención de cada uno. Les aseguro que la misión de compra y razón de compra de quién está comprando en este momento para viajar en verano es diferente al que viaja en invierno, igual que aquel que entiende la digitalización y el que aún es análogo.

Esta reflexión surge en torno a lo que sucede dentro del mercado, y no sólo es el reflejo de las cifras de las marcas y de todas las fotos que podemos ver en instagram, parte del análisis, interpretación y  en parte de interiorizar lo que vivimos en esta interesante relación existente entre oferta y demanda, que en mi caso es un amor visceral. Por todo lo anterior, creo que cada vez la moda se moviliza más y se hace menos “trivial”, y que por esa misma razón las marcas deben ofrecer más, pero no más productos en stock y más promociones; sino más experiencia, más conexión y sobre todo entendernos más y ayudarnos a comunicarnos con el mundo que nos rodea y las rodea.