Por Camila Ortiz Gómez. Investigadora RADDAR CKG

Después de cumplir el primer aniversario con la pandemia del covid-19, el mundo continúa luchando contra este inesperado y particular episodio. Múltiples contagios, confinamientos totales, fuertes caídas en las finanzas globales, crisis económicas complejas en los países emergentes, sectores que aun no se han podido recuperar, déficits fiscales enormes, entre otros problemas; y como si no fuera poco ahora nos enfrentamos a uno más complejo y del que sin duda dependen la vida de muchos:  La vacuna. Esta fue desarrollada en tiempo record por diferentes laboratorios, cada uno, con variaciones en sus porcentajes de efectividad, pero cada casa farmacéutica en una carrera por ofrecer una nueva solución, seguramente, bajo la presión de múltiples gobiernos, inversionistas y bajo la mirada de muchos que albergan una sola cosa, esperanza.

Y es que la llegada de «el Vial» generó un alivio para la población pues abrió las puertas a pensar y sentir que pronto, todo volvería a la normalidad. Pero meses atrás, intuíamos  que, aunque la llegada del medicamento era profundamente deseado, este también sería un dolor de cabeza más. Pues al Sars – Cov 2019 le precede una sociedad egoísta que haría lo que fuese necesario por recibir primero «la cura»,  en tanto que sentir que ya eres inmune te hace sentir tranquilo, con un peso menos y sin preocupaciones al salir al supermercado, al trabajo y a todas las actividades que solíamos hacer hace más de un año atrás.

Y tal como muchos lo pensamos así fue. Al iniciar el 2021, contábamos con varios tipos de vacunas con una alta efectividad contra el virus, además de un sistema como Covax que se convierte en un salvavidas para los países más pobres. Varios países empezaron sus jornadas desde enero, pero otros debieron esperar un poco más. En marzo, la mayoría de los países latinoamericanos ya habían empezado sus jornadas, y como se esperaba, la corrupción saldría a flote.

“Vacunagate” en Perú, “Vacunatorio VIP” en Ecuador y Argentina, “Vacunas de aire” en México y en Colombia, “Los colados», con estos eufemismos se han dado a conocer algunos de los escándalos que este 2021 ha traído consigo. Todos estos liderados por personas con el suficiente poder de aplicarse la vacuna sin contar con las condiciones de priorización.

Colombia lleva más de un mes aplicando las dosis contra el virus, y según la Contraloría General de la Nación hay más de 1.241 personas coladas, donde al menos 800 se encuentra en el rango de edad de 18-44 años. Estas personas, no son ancianos, no hacen parte del personal de salud, no son docentes o estudiantes de alguna de las facultades que forman al personal de primera línea, ni mucho menos del  personal de apoyo en clínicas u hospitales, lo cual devela dos elementos que llaman poderosamente la atención, primero, la carencia de control en el cumplimiento de la ley en nuestros países, pero segundo y más delicado, la poca conciencia social que hay en ciertos entornos, en donde la prima fundamental es el beneficio personal a toda costa.

Tal como lo decía, Smith, naturalmente el ser humano es egoísta y este egoísmo es imprescindible para la vida, sin embargo, no justifica llegar al punto en que la preservación del «Yo» posibilite ignorar que el personal medico y las personas adultas mayores han sido los más afectados y que, aunque una gran cantidad de estos se han muerto, no importa, si aquellos que están en el poder o tienen gran influencia sobre este piensan en sí mismos y no en el colectivo. Según Smith, estos impulsos egoístas solo pueden ser controlados por el “espectador imparcial”, es decir, la razón. Esta nos dice cuando estamos haciendo algo mal, es una voz que nos susurra que esta acción podría causar la infelicidad de muchos.

Al parecer más de mil personas no escucharon esta voz y se quedaron en su simple actitud egoísta. ¿No tienen razón o no la escuchan? Seguramente la han ido perdiendo, pues seguramente no es el primer acto en donde sólo piensan en si mismos. Seguramente, esa voz ya suena muy bajo y no pueden pensar más que en su bienestar. Estas personas que tienen tanto poder, han dejado de escuchar a su razón, su conciencia.

Esperemos que no sean muchas más, pues si vemos el número, quizá no es muy grande, pero si vemos más allá, más de 1.200 personas han perdido la oportunidad de ser vacunadas y con ello, la posibilidad de ser contagiadas, contagiar más personas, y morir muchas más.