¡Por el bien del capitalismo, salvemos a la gente!

El gobierno de Estados Unidos que tiene como bandera el libre mercado y la lucha por minimizar el rol del estado bajándole cada vez más los impuestos a las empresas y eliminado regulaciones a costa de programas sociales, ahora asume un rol de estado benefactor y vuelve al rescate sobretodo de las empresas con un plan de estímulo económico de 2,2 trillones de dólares para tratar de evitar una recesión. Meta que directivos de Morgan Stanley y Goldman Sachs, los bancos de inversión más grandes del mundo, consideran inevitable.

El plan de rescate que se firmó el viernes 27 de marzo es la intervención estatal más grande en la historia de Estados Unidos después del salvavidas económico de 700 billones dólares  (TARP) que George W. Bush le lanzó a los bancos en 2008 durante la Gran Recesión. Un dinero que nuevamente saldrá de los contribuyentes americanos y hará que el déficit fiscal estadounidense llegue a cerca de 3,3 trillones de dólares. Trillones que se traducirán en más recortes de programas de educación, salud, empleo y vivienda. Es decir, la gente, nuevamente, paga el precio para que sobrevivan las empresas, las mismas que en Estados Unidos critican los gobiernos que asumen un rol activo en la redistribución de los ingresos y que meten la mano en la economía.

Claro, el gobierno debe intervenir y tratar de ayudarle a las empresas frente a un choque externo que nadie se esperaba y del que las firmas no son responsables esta vez. Pero, de los 2,2 trillones de dólares, 877 billones van para las empresas, 58 billones a las aerolíneas,  150 a los estados y ciudades más afectadas, 100 billones a los hospitales, y el restante para los americanos más necesitados que recibirán un cheque de 1200 dólares si ganan menos de 75 mil dólares al año.

Claramente, la mayor parte del pastel va para el sector privado bajo la premisa de que salvando a las empresas, se salvan millones de empleos y que el sector privado termina redistribuyendo los recursos que el gobierno le entrega. Premisa que no aplica en la realidad de la crisis porque ya United Airlines, socio de Avianca, dijo que la ayuda que recibirá del gobierno no iba a ser suficiente para evitar despidos. Macy’s tampoco podrá evitar despedir a la mayoría de sus 125 mil empleados y otras como Gap, Kohl’s y General Electric, también despedirán una parte importante de su personal, y esto apenas empieza…

Con el consumo y la producción frenados por al menos dos meses más, es difícil creer las empresas vayan a mantener su nómina de empleados intacta. Lo primero que hacen las compañías en tiempos de crisis es despedir a su personal y cortar costos al máximo, todos piensan primero en su bienestar, en sobrevivir.

Así las cosas y si el contagio sigue creciendo a las tasas de Estados Unidos donde ya hay más de 180 mil casos comprobados, es muy improbable que las compañías aguanten el golpe de la recesión y terminen cerrando sus negocios. Algo que pasará por más salvavidas de billones de dólares que les tire la Casa Blanca y aunque Trump siga insistiendo en que pronto reabrirá su economía y todo estará mejor que antes.

Es mejor que el empleado no se haga mucha expectativa con el plan de estímulo económico porque este fue hecho más a la medida para rescatar a sus amigos empresarios (¿Quién elige qué empresas adquieren los beneficios?) y para rescatar su reelección a través de cheques, que poco alcanzarán para los meses de cuarentena y desempleo que se vienen.

El enfoque del plan de estímulo económico tanto en Estados Unidos, como en Colombia, debería ser para la gente. En las personas el uso de los recursos se maximiza, genera más bienestar y logra asegurar mejor que la gente tengan vivienda, comida y acceso básico a la salud.

De lo contrario, el caos va a ser peor, el miedo y la inseguridad se apoderará aún más, y los mercados financieros y el sector privado, que se tratan de proteger, no van a responder positivamente a los estímulos como lo vimos la semana pasada. Más hospitales llenos, menos médicos, menos equipos de salud, más protestas, más filas frente a los supermercados no le hace nada bien a la economía. Si Estados Unidos y los gobiernos en el mundo quieren asumir una posición de estado benefactor e intervenir, que lo hagan, pero pensando más en la gente que en sus empresas, es por el bien del capitalismo.