Si la pandemia ha logrado algo es acelerar aún más la concentración de la riqueza y la desigualdad. El Covid ha expuesto y acelerado la insostenible realidad que enfrentan las pequeñas empresas para competir en el ‘libre mercado’ contra grandes las firmas que con flujo de caja, acceso a crédito, escala y tecnología logran adaptarse, aguantar y aprovechar la situación para consolidar su poder económico.
Los pequeños negocios que ya estaban sufriendo antes de la pandemia quiebran aun más rápido. Meses sin poder abrir y con una demanda tan baja los obliga a cerrar permanentemente o vender sus empresas a grandes firmas de inversión o Hedge Funds que aprovechan la situación para adquirirlas a precios de remate, ampliando aún más el monopolio en el mercado.
Fenómeno que pasa en todos los gremios: farmacéutico, mediático, bancario, asegurador, inmobiliario, musical, entretenimiento y de venta al detal. Por décadas, las grandes firmas le han ido quitando a las pequeñas empresas participación en el mercado. Por ejemplo, en los 80s la mitad del comercio al detal (Ex: Walmart, Target) se daba en tiendas independientes, hoy es menos de un 25 por ciento, subraya el profesor de la Universidad de Connecticut, James Kwak.
Antes del Coronavirus, en 43 áreas metropolitanas de EE. UU., más de la mitad de los mercados se hacían en Walmart. Hoy es casi mayor al 70% en algunas zonas del país. Además, entre 2002 y el 2007 Home Depot y Lowes casi que doblaron su participación en el mercado de herramientas y equipos para la construcción casas del 42 al 81 por ciento. Por su parte, Yelp reportó que 140,000 negocios en su aplicación cerraron entre 1 marzo y 15 de junio, y un 50 por ciento de estos cerró permanentemente.
Esto ha ocurrido principalmente porque primero las grandes firmas tienen reservas de dinero, flujo de caja y acceso a crédito que les permite financiarse durante las vacas flacas. Segundo, porque tienen escala. Es decir, Procter&Gamble, dueña de varios productos en el supermercado, puede mitigar el riego de quiebra con otras líneas de negocio. Algo que no puede hacer una pequeña firma que solo vende un producto. Tercero, porque estas firmas tienen como adaptarse a las nuevas tecnologías y procesos que demandan los consumidores y los gobiernos en tiempos de Covid.
Adaptación tecnológica que es crucial para seguir compitiendo porque como lo revela Adobe, los consumidores en EE. UU. compraron 50 por ciento más por internet entre abril y mayo de este año que en los mismos meses del año anterior. Pero, aunque las pequeñas empresas logren adaptarse tecnológicamente a las ventas por internet, acá también se enfrentan a un mercado que es controlado por pocos actores muy poderosos.
Amazon, que ya tenía el 40% de la participación en el mercado por internet ha sido el más beneficiado con la pandemia creciendo un 40% en el segundo trimestre del año y vendiendo 88 mil millones de dólares, la cifra más alta en la historia de la empresa. Ventas que consolidan a Jeff Bezos como el hombre más rico del mundo con una fortuna de casi 190 mil millones de dólares. Por su parte, Walmart, Target y Best Buy casi que doblaron sus ventas por internet en el primer trimestre del año. Un gran momento para estas empresas que se refleja en los records que rompen en Wall Street a pesar de que la economía sufre su peor momento desde la Gran Depresión.
Amazon entonces amplía su ventaja como principal intermediario del comercio por internet, Google controla las búsquedas y la publicidad en línea, Apple se aferra a su monopolio de aplicaciones y Facebook se consolida adquiriendo potenciales rivales.
El sueño de emprender y competir usando el internet como un vehículo de entrada al mercado mundial se convierte en utopía y el libre mercado en un mito. Lo que hay es un oligopolio que tiende a subir los precios, reducir la calidad de los productos o servicios para ahorrar costos y eliminar cualquier tipo de competencia adquiriéndola o ahogándola (plata o plomo).
Un estilo de mafia que afecta no solo al consumidor sino al trabajador porque las empresas que han logrado navegar la crisis, han aprendido a sobrevivir sin la mano de obra que despidieron. Por su parte, los que mantienen sus empleos se tratan como desechable o intercambiables porque pueden ser reemplazados por una armada de desempleados que está dispuesta a soportar las condiciones que imponen las empresas sin consecuencia.
¿Cuál ha sido respuesta del gobierno de EE.UU.? Aprobar más recursos de ayuda para las grandes firmas de Wall Street y reducir los subsidios de 600 a 400 dólares semanales a los más de 30 millones de desempleados que no les alcanza para pagar la renta en plena crisis económica. Lo hacen con el argumento de que seguirles girando los 600 dólares los está mal acostumbrando a no trabajar y no buscar empleo, cuando precisamente muy pocos están ofreciendo empleo. Es decir, se le ayuda a los grandes y se ahoga a los pequeños.
Otras voces más sensatas desde el Capitolio piden que se dividan o se regularicen estas grandes empresas para romper los monopolios y favorecer la competencia. Pero esto no va a ocurrir en Estados Unidos porque las empresas tienen más poder que el estado y no al revés como ocurre países autocráticos como China y Rusia. A lo mejor por eso la obsesión de Trump con los líderes de estos países.
¿Libre competencia, libre mercado, capitalismo? Nahh, carreta, lo que ha hay es un oligopolio #SinNorte.