La semana pasada, el pregrado en Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT tuvo la grata visita del sociólogo colombiano Gonzalo Cataño quien nos contó detalles de los avances en su investigación acerca del pensamiento moderno en Colombia. Nieto Arteta, Ospina Vásquez, Molina Ramírez, entre otros, fueron los pensadores que se dieron cita en este seminario por medio de las amenas representaciones con las que Cataño recrea obras y contribuciones.

Además de su investigación, el profesor Cataño compartió su interés por promover el estudio de las ideas, su vinculación al entorno en el cual surgen y la forma en que se traducen en acción social, es decir, el proceso mediante el cual las ideas se interiorizan en las conductas de las personas. En esta tarea, es preciso tener en cuenta orientaciones indispensables en relación con la filiación de las ideas y su uso tales como: no trasladar fatigas del autor, usar la acción de síntesis, hacer labor de exégesis, evitar el gobierno de las citas, hacer uso de la recensión como ejercicio intelectual y contar con el asiento institucional que garantice su difusión.

Los sabios consejos de Cataño están orientados a los intelectuales de las ciencias sociales en primera instancia, no obstante, es posible hacer extensiva la invitación a otras personas inquietas por los procesos de cambio social. Es decir, la divulgación de resultados de investigación es obligación de los académicos, pero el quehacer diario de amas de casa, empresarios, funcionarios, obreros o estudiantes, encierra en sí mismo, fuentes de conocimiento que merecen ejercicios disciplinados de escritura que nos permitan contar con los testimonios de las vivencias ciudadanas de nuestro tiempo.

Gonzalo Cataño destaca los colegios invisibles como escenarios de divulgación basados en la correspondencia crítica entre académicos; en materia de testimonios ciudadanos, esta categoría puede tener lugar en las comunidades virtuales siempre que cumplan el propósito de pensar fenómenos sociales relevantes antes que trivialidades individualistas.

Las terribles experiencias de ex secuestrados son ejemplo de la posibilidad de conocer nuestras propias historias; claro está que se necesita “de la audacia, dedicación y afán continuos” (Cataño, 2004) para alcanzar testamentos relevantes para el debate público que no dependan sólo de la fácil labor de acudir a la imaginación sino también de la habilidad -adquirida con esfuerzo- de quien está narrando su vivencia.