El Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2009 recoge temas esenciales que constituyen una completa agenda para orientar la política social: considerar la población como riqueza, no como factor de pobreza, garantizar a todos la necesaria atención sanitaria de base, luchar contra la pobreza poniéndose del lado de los niños, reducir los gastos en armamentos para destinar a proyectos de desarrollo de las personas más pobres y enfrentar la crisis alimentaria, todo lo cual se relaciona con la construcción de un entramado de instituciones políticas y económicas capaces de afrontar las necesidades y emergencias que padece la población pobre.
La invitación vaticana enfatiza en el objetivo de una profunda solidaridad global y plantea un interrogante contundente al respecto: “Cada uno de nosotros ¿no siente acaso en lo recóndito de su conciencia la llamada a dar su propia contribución al bien común y a la paz social?”
Se considera la globalización como fenómeno que merece atención especial al momento de combatir la pobreza, razón por la cual se destacan asuntos que requieren actuación inmediata tales como: la necesidad de garantizar las mismas posibilidades de acceso al mercado mundial, recuperar el papel de las finanzas como puente entre el presente y el futuro en lugar de las euforias restringidas al cortísimo plazo, promover una cultura de la legalidad mediante instituciones eficientes y participativas, invertir en la formación de las personas unida al desarrollo de una cultura de la iniciativa y luchar contra la pobreza material de modo eficaz y duradero por medio de la creación de valor y no sólo desde la redistribución.
Este derrotero constituye una invitación pertinente para pensar la discusión de país que este año tiene sus bases puestas en la actividad política pre-electoral, la actividad económica en tiempos de crisis y en el activismo social por la paz y la inclusión. Se configura por tanto, un escenario interesante de discusión en el que nuestra contribución personal debe tener cabida.