“La comunidad de mercado, en cuanto tal, es la relación práctica de vida más impersonal en la que los hombres pueden entrar”. Weber.
En muchas ocasiones, la economía olvida su vocación social para enfocarse en el perfeccionamiento del instrumental técnico. Además, su preocupación central por el aumento de las riquezas conlleva a la incomprensión del aumento de las pobrezas. El resultado es una teoría económica en deuda con la humanidad debido a su evidente incapacidad para ofrecer soluciones a fenómenos estructurales como la desigualdad.
Weber asegura que la actividad económica solo es social en la medida que tiene en cuenta la actividad de terceros, esto es, cuando toma en cuenta el respeto por los otros y por su propio poder efectivo de disposición sobre bienes económicos. Por ejemplo, la economía es acción social cuando la producción o el consumo tienen en cuenta las necesidades futuras de terceros.
Por otra parte, el pensador protestante alemán describe el proceso de adaptación a las condiciones de la economía como fuerza de lo cotidiano continuamente operante, una interpretación quizá cercana a la famosa mano invisible sugerida por el economista de Kirkaldy, que condena al individuo a las bondades de un engranaje dirigente, no dirigido; ergo, el mercado es protagonista y las personas quedan reducidas a representar un papel secundario en el teatro económico.
El mercado es una relación social que permite obtener ganancias del intercambio y constituye una fuente de riqueza para las personas y las naciones. No obstante, el mercado, amparado en su carácter de relación social impersonal, también causa daños, excluye y constituye una fuente de pobreza.
Mientras la economía permanezca orientada por la racionalidad egoísta con arreglo a fines como la eficiencia, la deuda de la ciencia económica con la sociedad seguirá acrecentándose. Por el contrario, es preciso concebir una teoría económica en diálogo permanente con distintas disciplinas que permita comprender otras motivaciones para el intercambio humano como el afecto y la tradición y, en consecuencia, promover una racionalidad tendiente al bien común con arreglo a valores como la equidad.
*Comentario basado en apartes de “Economía y sociedad”.