En el marco de las celebraciones de los 45 años del Instituto para el Desarrollo de Antioquia -IDEA-, el martes 15 de septiembre se llevó a cabo el seminario “Ética, derecho y desarrollo” con la presencia del pensador francés Edgar Morin. Además de reflexionar en torno a la ética desde las miradas académica, empresarial y gubernamental, se plantea la cuestión respecto a los criterios que permiten abordar el desarrollo humano en lugar de la mirada numérico eficiente del crecimiento económico.

En este sentido, Belisario Betancur ofrece luces cuando, a la luz de los planteamientos de Morin, critica la incompetencia del reino de los expertos ya que los grandes temas de la humanidad son transversales, planetarios, en virtud  de lo cual, el conocimiento no puede ser solo dominio de expertos. “Es preferible una cabeza bien hecha que una cabeza bien llena”, señaló el ex presidente al final de su exposición.  

La intervención de Morin comienza con la invitación a concebir una visión transdisciplinar del pensamiento ya que la especialización del saber conduce a puntos ciegos en donde se logra identificar objetos pero no se examina el sujeto. Se trata de una invitación al diálogo con nexo humano, es decir, comunicación entre saberes vinculando interrogantes a partir del ser humano.

Por otra parte, el ilustre visitante francés enfatiza la ambigüedad de la noción estrictamente económica del desarrollo toda vez que una buena intención puede estar acompañada de efectos perversos no previstos, razón por la cual, es posible hallar resultados positivos como las mejorías materiales y nuevas libertades, al igual que resultados negativos como la destrucción de la solidaridad tradicional, la degradación ambiental, el olvido del saber vernáculo.

De igual forma, destaca la incertidumbre propia del desarrollo asociada a la irrupción de contradicciones éticas que solo se abordan desde salidas provisionales, por tanto, sugiere la necesidad de pensar las nuevas estrategias de desarrollo humano desde una ética con tres connotaciones: la dignidad personal, la comprensión de los actos de los otros y el reconocimiento de la interdependencia comunitaria.

En suma, diálogo de saberes, superación de la inteligencia ciega, comprensión humana y centralidad de la ética son, entre otros, los rasgos que deben enriquecer la reflexión respecto a la estrategia que tiene como finalidad alcanzar verdaderos logros en desarrollo humano.