Con bombos y platillos se ha anunciado la cifra más baja de inflación en la historia reciente del país, dato que le imprime una aparente dosis de generosidad al incremento salarial para el 2010. No obstante, es importante recordar que en tiempos de crisis económica y bajo decisiones sensatas de política, es predecible una disminución en el incremento general de los precios. Por ejemplo diez años atrás, en el peor momento de la economía colombiana, la meta de inflación del Banco Central había sido fijada en 15%, pero la inflación efectiva apenas superó el 9%; esta vez, la autoridad monetaria fijó un rango meta con punto medio en 5% y el guarismo se ubicó en 2%. De hecho este comportamiento hizo replantear el punto medio del rango meta para 2010 que inicialmente era 4% y ahora es 3%.

 

Los británicos Blastland y Dilnot en su reciente libro acerca de los datos estadísticos de uso público “El tigre que no está”, plantean que una cifra puede decirnos una de cuatro cosas: 1. Todo va bien, los números reflejan lo que pasa. 2. Los números reflejan lo que pasa en las partes que estamos midiendo, pero no lo que pasa en el todo. 3. El resultado parece bueno, pero no lo es porque se hacen trampas. 4. Las cifras son mentira. El caso de la inflación puede tener defensores de las cuatro posibilidades (por ejemplo: 1. Gobierno. 2. Academia. 3. Ciudadanía. 4. Oposición.), lo que no se le puede asignar es la responsabilidad exclusiva de una decisión tan importante como el ingreso de los asalariados y sus familias, sobre todo, cuando los principales rubros de gastos (educación, servicios públicos, transporte, servicios bancarios) comienzan a registrar alzas alrededor de los ocho puntos porcentuales. 

 

Por tanto, presentar la baja inflación como un logro de la economía colombiana es un falso positivo. Además, de poco sirve obtener mejoras en la capacidad adquisitiva del dinero cuando la generación de ingresos sigue siendo la cuestión por resolver para millones de personas. Tendremos que decir, también retomando ideas de Blastland y Dilnot, que el objetivo se cumplió (bajar la inflación) pero se erró el blanco (aumentar la riqueza).