La literatura que analiza los procesos de las políticas públicas postula una evolución de la práctica de las políticas desde la visión vertical arriba-abajo propuesta por Laswell, hacia una aproximación diagonal que otorga espacios de poder a los actores ubicados en niveles inferiores de la jerarquía pública.

La declaración final del G-20 es prueba manifiesta de que aquella evolución de la práctica de las políticas, todavía es una ilusión en aspectos esenciales del progreso de la humanidad. Aunque el comunicado destaca el papel de variables determinantes del proceso de las políticas como la credibilidad y la evaluación sistemática, se trata de una clásica decisión vertical en donde la élite internacional –una décima parte de las naciones del mundo- determina el origen de la crisis, sus remedios y la forma en que debe implementarse la solución.

El contenido del Communiquérevela un diagnóstico acertado cuando responsabiliza de la crisis al sector financiero y su regulación (13) y al trazar como objetivos de la cumbre de los veinte, la confianza, el crecimiento y el empleo (4). Temas a partir de los cuales se fijan las medidas para orientar las políticas fiscal, monetaria y crediticia de todo el planeta.

La falta de supervisión financiera como fuente de la crisis deja una lección que se hace extensiva a todos los campos de la actuación pública. El G-20 deja constancia de ello al reiterar la necesidad de seguimiento a las medidas acordadas, por parte de organismos internacionales como FMI, OMC, OIT y ONU; instancias que a pesar de los reparos, son quienes poseen la capacidad técnica para señalar avances o retos de la política internacional para superar la situación actual.

Al final de los 29 puntos de la Declaración, nuestros líderes confiesan su incapacidad de construir una economía mundial justa y sostenible (25) y en esa línea resaltan las dimensiones humana, social y ambiental de la crisis. En concordancia con ello, se renuevan promesas de responsabilidad y generosidad relacionadas con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (25) y con la construcción de un mercado laboral justo (26).

Tecnicismo económico y retórica igualitarista son la síntesis de este pronunciamiento que tiene en la construcción de confianza y en la firme voluntad política, las bases para que tenga lugar la transformación de palabras en acciones (29).