El éxito en la actividad económica depende de factores culturales…, así como de las normas e instituciones que regulan las relaciones entre las personas y las organizaciones del territorio. Vázquez Barquero.


El concepto de desarrollo se mueve en el amplio espectro que señalan las tenues fronteras de sus múltiples adjetivos: humano, social, económico, sostenible, local y un largo etcétera, razón por la cual, es conveniente que la apuesta por el desarrollo delimite su actuación al ámbito que la sociedad defina como prioritario.

 

Aunque la economía parece tener prelación en el discurso de algunos sectores con protagonismo mediático como gobernantes y empresarios, son muchas las dimensiones que hacen parte de una visión amplia del desarrollo: capital humano, capital social, confianza en las instituciones, costos de transacción, derechos de propiedad, gobernanza, participación, decisiones políticas, creencias culturales, formas organizativas, entre muchos otros, son aspectos que debe tener en cuenta toda política de desarrollo.

 

En este sentido, mientras las contribuciones de la teoría económica resaltan el papel de variables como innovación, educación, ahorro e inversión, otros estudios señalan que tales variables indican crecimiento pero poco dicen acerca de sus causas, por ende, es preciso indagar en las condiciones que propician el desarrollo tales como intencionalidad de las personas y capacidad institucional.

 

Este debate teórico termina por influir la conversación social y se materializa en la brecha que existe entre las buenas intenciones propias de la formulación de las políticas y las condiciones que enfrentan al momento de la implementación. Esta distancia entre intenciones y condiciones está explicada por el imperialismo de las ideas económicas que pretende, sin lograrlo, desplegar su racionalidad sobre todas las dimensiones del debate acerca de las políticas públicas.

 

Por el contrario, la apuesta por el desarrollo pasa por la definición de un proyecto político local cuya factibilidad reside en la interacción de los actores fundada en el compromiso y la confianza para la coordinación y la cooperación, razón por la cual, la dimensión política antes que la económica es la piedra angular sobre la que se construye el derrotero de las dinámicas colectivas favorables al desarrollo.