Haciendo eco de las propuestas del Primer Ministro de Bután ante la Asamblea de las Naciones Unidas, el economista Jeffrey Sachs propone que la Agenda Global 2011 debe fijar el propósito de la búsqueda consciente de la felicidad como un nuevo Objetivo de Desarrollo del Milenio -ODM-. El mandatario butanés también se ha referido a la medición del verdadero progreso humano por medio de la felicidad interna bruta, idea que se califica de utópica, sin embargo, Jigmi Thinley sale al paso de las críticas asegurando que Bután cumplirá los ODM en el año 2012 gracias a “una población que ha sabido equilibrar las necesidades del cuerpo y de la mente preservando sus raíces culturales, respetando el medio ambiente y manteniendo fuertes los lazos familiares y el sentimiento de comunidad solidaria”.
Es precisamente ese equilibrio el que llama la atención de Sachs dado que el concepto enfatiza en la combinación de las necesidades materiales del cuerpo y las necesidades emocionales, sicológicas y espirituales de la mente. En este sentido, el profesor de Columbia afirma que para hacer frente a los desequilibrios entre mente y espíritu, la clave consiste en pensar claramente acerca de nuestros deseos y necesidades con el fin reorientar nuestras energías políticas y personales.
Ese nuevo equilibrio constituye la base para abordar las escandalosas disparidades entre ricos y pobres, presente y futuro, producción y naturaleza, trabajo y ocio. En particular, nuestro país necesita una discusión auténtica acerca de las metas materiales de prosperidad pero fundada en y para las personas. En este sentido, esta época de reflexiones y propósitos, es ocasión propicia para tener en cuenta la invitación a pensar cómo hacer realidad estos equilibrios en nuestra vida cotidiana.