Este semestre académico comenzó con el ímpetu social que la liberación de los secuestrados trajo consigo y termina con el ambiente de incertidumbre al que nos sometió la ambición creativa de banqueros globales. Más allá de las discusiones del contexto dinámico propio de nuestros referentes mediáticos, es importante detenerse en los temas transversales que el vaivén noticioso pasa por alto: olvido del respeto a la vida, principios éticos transigentes, desigualdad, pobreza. Mientras la agenda de asuntos públicos es atiborrada de urgencias e intereses sectoriales, la visibilidad de estos temas fundamentales se reduce al paisaje que toleramos con pasmosa conformidad. Dar a los hechos la importancia que tienen es la premisa obvia que solemos olvidar al momento de discutir nuestras problemáticas sociales.

En particular, nunca sobra insistir respecto a la carencia de medios suficientes para llevar una vida digna que padece cerca de la mitad de la población colombiana, una simple visita a un barrio pobre contribuye a comprender la dimensión del fenómeno al tiempo que permite descubrir el potencial de la intervención pública para combatirlo. El caso de los Proyectos Urbanos Integrales -PUI- en Medellín es un ejemplo que merece atención por parte de propios y extraños. Aunque un PUI no resuelve el problema, contribuye a su solución; un recorrido por las calles de los barrios Santo Domingo, Granizal o Popular evidencian la presencia de informalidad, desempleo y muchas necesidades por satisfacer, pero también es notable la creación de condiciones para el desarrollo de la comuna nororiental por medio de la presencia del Estado y la construcción de confianza ciudadana.

La inclusión real de la superación de la pobreza en la agenda pública es un primer escenario para comprometernos con la tarea permanente de comprender, deliberar y proponer soluciones; de la mano de ese compromiso, debe aparecer la motivación para sumarnos a las diferentes iniciativas sociales que complementan la acción de los gobiernos. Cabe anotar que la responsabilidad personal con la erradicación de la pobreza no se reduce a nuestro elusivo pago de impuestos y necesita conocer mucha más información de la que nos brinda la oferta mediática.