La agenda noticiosa de los primeros días de marzo en Colombia, demuestra que no solo el fútbol o la farándula pueden aglutinar los intereses del país. Más allá de compartir las políticas del gobierno actual, fue casi unánime la decisión del pueblo colombiano de rodear al Presidente de la República en su propósito de defender unas ideas contrarias al pensamiento de gobiernos vecinos.
Pocas oportunidades brinda el debate colombiano para demostrar que existe la posibilidad de unir a todo un país en función de objetivos diferentes a las abundantes trivialidades de nuestro panorama nacional.
Pasar de la unidad pasajera a la unidad definitiva, solo requiere identificar el tema que más daño nos causa, un asunto que nos duela. Así como la búsqueda de la paz, nos demuestra que es posible pensar y actuar como un colectivo que trabaja no sobre las contradicciones sino con ellas; de igual manera, es posible comenzar y recomenzar a posicionar la lucha contra la pobreza como nuestro tema común, con hechos y no con discursos, con el apasionamiento, con el debate ciudadano y sobre todo, con el protagonismo mediático de los primeros días de marzo.
Nuestra verdadera guerra es contra la pobreza, no contra los pueblos vecinos.