Esquilado por los Cortos: ¿Cómo los Vendedores en Corto Trasquilan a los Inversionistas?

Publicado el 29 de Septiembre de 2011 por Ellen Brown

 

«La desenfrenada explotación financiera ha sido una de las grandes causas de nuestra trágica condición actual».

                           — Presidente Franklin D. Roosevelt, 1933

 

¿Por qué las reservas de oro y plata son castigadas en momentos en que los commodities se consideran un refugio seguro contra la incertidumbre en todo el mundo? La respuesta, según el boletín LeMetropoleCafe.com de Bill Murphy, es que el sector ha sido el blanco de las ventas en corto masivas. Para ser metales preciosos de alta demanda, cerca de la mitad de sus transacciones han sido ventas ‘fantasma’ por parte de vendedores en corto que realmente no poseían las mercancías.

 

Un ataque especulativo (bear raid) es la práctica de seleccionar una acción u activo para su pérdida de valor, ya sea para obtener ganancias rápidas o una adquisición corporativa. En el presente, el objetivo son los commodities, pero mañana puede ser otra cosa. Cuando Lehman Brothers quebró en septiembre de 2008, algunos analistas pensaban que la condición de la firma de inversión no era peor que la de sus competidores. Lo que le hizo colapsar, no fue la descapitalización sino un gigantesco ataque especulativo el 11 de septiembre de aquel año, cuando el precio de sus acciones cayó un 41% en un solo día.

 

El mercado de valores ha estado plagado de estos ataques especulativos desde aquel por cuatro años sobre toda la industria conocido como la Gran Depresión, cuando el Índice Industrial Dow Jones se redujo al 10% de su valor anterior. Cada vez que la caída en los mercados se desaceleraba, los especuladores intervenían para vender millones de dólares en acciones que no poseían, pero que aparentemente habían pedido prestadas sólo para fines de venta, utilizando el mecanismo conocido como venta en corto. Cuando se lleva a cabo en una escala lo suficientemente grande, la venta en corto puede forzar los precios a la baja, permitiendo que los activos sean adquiridos a precios muy bajos.

 

Otra Gran Depresión es el sueño del vendedor en corto, como un comisionista admitió recientemente en una entrevista con la BBC.Su sinceridad era inusual, pero su actitud es característica de un negocio que se trata todo en hacer dinero, sin importar el daño hecho a las compañías reales que contribuyen a la economía con bienes y servicios reales.

¿Cómo se Juega el Juego?

 

Así es como el esquema de las ventas en corto funciona: los precios de las acciones son fijados por comisionistas llamados ‘creadores de mercado’, cuyo trabajo es hacer coincidir compradores con vendedores. Vendedores en corto que quieren vender todo a precio de mercado, son emparejados primero con las órdenes de compra más altas, pero si el volumen de ventas es grande, terminan alineados con los oferentes a precio de remate, llevando el precio en su conjunto a la baja. El precio se fija por la oferta y la demanda, y cuando la oferta de acciones disponibles para la venta es artificialmente alta, el precio cae. Cuando los especuladores tienen éxito, son capaces de comprar las acciones para cubrir sus ventas en corto a un precio que es artificialmente bajo.

 

Hoy en día, sólo tienen que activar las órdenes de punto máximo de pérdida (‘stop loss’) de los inversionistas para iniciar una cascada de ventas. Muchos inversionistas se protegen de caídas repentinas en los precios mediante la colocación de una posición de punto máximo de pérdida, que se activa si el precio de mercado cae por debajo de determinado precio. Estas órdenes actúan como un botón preprogramado de pánico, que puede dar lugar a nuevas ventas y mayor presión a la baja en el precio de las acciones.

 

Otro factor desestabilizador es la ‘venta marginal’: muchos inversionistas especulativos piden prestado contra sus acciones para apalancar su inversión, y cuando el valor de sus acciones baja, la bolsa puede obligarlos a que entren con dinero adicional en corto plazo o bien vender en un mercado a la baja. Una vez más, el resultado es algo parecido a un pánico, ocasionando que el precio de las acciones sobrereaccione y caiga estrepitosamente.

 

¿Dónde consiguen los vendedores en corto las acciones que se venden en el mercado? Como Jim Puplava lo explicó en FinancialSense.com el 24 de septiembre de 2011, ellos toman ‘prestadas’ las acciones de los verdaderos accionistas incautos.Cuando una firma de corretaje abre una cuenta para un cliente nuevo, esta por lo general es una cuenta de ‘ margen’ —una que le permite al inversionista comprar acciones al margen, o pedir prestado contra sus acciones. Esto se lleva a cabo, aunque la mayoría de los inversionistas nunca emplean la función del márgen y desconocen que tienen ese tipo de cuenta. Los corredores lo hacen porque pueden ‘alquilar’ las acciones en una cuenta de margen por una tarifa substancial— a veces hasta del 30% de interés por una acción con poca oferta. No está de más decir que los verdaderos accionistas no reciben nada de esta considerable ganancia. Peor aún, pueden verse seriamente perjudicados por la práctica. Ellos compraron las acciones porque creían en la empresa y querían ver su negocio prosperar, no hundirse. Sus acciones están siendo usadas para apostar en contra de sus propios intereses.

 

Hay otro problema con las ventas en corto: al vendedor en corto se le permite el voto de las acciones en las asambleas de accionistas. Para evitar tener que revelar lo que está pasando, los corredores de bolsa  también envían sustitutos a los ‘verdaderos’ dueños; pero eso significa que hay duplicados circulando alrededor. Los corredores saben que muchos accionistas no se toman la molestia de votar sus acciones; y cuando muchos sustitutos aparecen por un voto en particular, los totales simplemente son reducidos proporcionalmente para que ‘encajen’. Pero eso significa que los votos reales de los verdaderos titulares de las acciones pueden ser desechados​​.Los fondos de cobertura pueden involucrarse en las ventas en corto sólo para votar sobre temas particulares en los que están interesados​​, tales como adquisiciones corporativas hostiles. Dado que muchos accionistas no envían a sus representantes, vendedores en corto interesados ​pueden oscilar el voto en un sentido que perjudique los intereses de quienes tienen un verdadero interés en la corporación.

 

Regulación Laxa

Algunos de los daños causados ​​por las ventas en corto, fueron mitigados por la Ley de Títulos Valores de 1933, que impuso una regla de ‘repunte’ y prohibió la venta en corto ‘desnuda’. Pero ambas normas han sido eludidas en el presente.

 

La regla de repunte requería que el precio de una acción fuera más alto que su precio de venta anterior, antes de que una venta en corto pudiera llevarse a cabo, previniendo una cascada de ventas en corto cuando las acciones estuvieran cayendo. Pero en julio de 2007, la regla de repunte fue derogada.

 

La regulación contra la venta en corto ‘desnuda’, prohibe la venta de acciones en corto sin, bien sea ser su propietario o, pedirlas en préstamo. Sin embargo, una excepción convirtió la norma en una farsa, cuando una reglamentación de la U.S. Securities and Exchange Commission (SEC) de julio de 2005, permitió la práctica por parte de los ‘creadores de mercado’, aquellos corredores de acuerdo con estar dispuestos a comprar y vender una acción en particular de forma continua a un precio cotizado públicamente en bolsa. El problema es que los creadores de mercado, son los corredores que realmente hacen la mayor parte de la compra y venta de acciones en la actualidad. El 95% de las ventas en corto son realizadas por corredores de bolsa y creadores de mercado. La creación de mercado es una de esas actividades lucrativas de los gigantes bancos de Wall Street que ahora tienen una parte importante de la totalidad de los activos bancarios del país.

 

Uno de los más flagrantes ejemplos de venta en corto desnuda, fue retransmitido en una historia publicada en FinancialWire en 2005. Un hombre llamado Robert Simpson compró todas las acciones en circulación de una pequeña empresa llamada Global Links Corporation, por un total de poco más de un millón de acciones. Puso todas estas acciones en su cajón de los calcetines, y luego observó mientras 60 millones de acciones de la compañía cambiaron de manos en los siguientes dos días. Cada acción en circulación cambió de manos cerca de 60 veces en esos dos días, a pesar de que estaban seguramente resguardadas en su cajón de los calcetines. El incidente justificó las acusaciones de que un número asombroso de acciones ‘fantasma’ son negociadas por corredores mediante ventas en corto desnudas. Los vendedores en corto esperan cubrir el margen recomprando las acciones llevándolas de nuevo al mercado, pero los 60 millones de acciones de Simpson, obviamente, nunca fueron recompradas para cubrir las ventas fantasma, ya que no estaban en el mercado en primer lugar. Otros casos son más difíciles de rastrear, pero lo mismo se cree que sucede en todo el mercado.

 

¿Por Qué es Permitida?

El papel de los creadores de mercado, es supuestamente el de proveer liquidez a los mercados, juntar compradores con vendedores, y asegurarse de que siempre habrá alguien que le ofrezca acciones a los compradores o que las tome de manos de los vendedores. La excepción que les permite participar en la venta en corto desnuda se justifica como necesaria para permitir que compradores y vendedores ejecuten sus órdenes sin tener que esperar a que contrapartes reales aparezcan. Pero si uno quiere papas o zapatos y la tienda local esta escasa de mercancías, hay que esperar para su entrega. ¿Por qué la inversión en valores es diferente?

 

Se ha argumentado que un mercado de valores de alta liquidez es esencial para asegurar la financiación empresarial y el crecimiento. Ese podría ser un buen argumento si el dinero en realidad fuera a la empresa, pero no es allí a donde va. La empresa emisora ​​obtiene el dinero sólo cuando la acción es vendida en una oferta pública inicial (IPO por sus siglas en inglés). La bolsa de valores es un mercado secundario — inversionistas comprándole a otros accionistas con la esperanza de poder vender las acciones por más de lo que pagaron por ellas. En definitiva, es una apuesta. A las empresas les resulta más fácil conseguir dinero a través de nuevas IPO, si los compradores saben que pueden dar la vuelta y vender sus acciones rápidamente, pero en los mercados globales informáticos de hoy en día, los compradores reales deben aparecen con la suficiente rapidez, impidiendo que los corredores vendan acciones que en realidad no tienen que vender.

 

La venta en corto es justificada a veces como necesaria para mantener un freno sobre la ‘exuberancia irracional’ que de otra forma podría conducir a las acciones populares hacia peligrosas ‘burbujas’. Pero si eso fuera una característica necesaria del funcionamiento de los mercados, la venta en corto también proliferaría en los mercados de automóviles, televisores y computadores, lo que obviamente no sucede. La razón de ello es que estos artículos no pueden ser ‘entregados’ o duplicados en una pantalla de computador de la forma en que pueden serlo las acciones. La venta en corto es posible porque los corredores no tratan con cosas físicas, sino que simplemente mueven los números de un lado para otro en un monitor de computador.

 

Cualquier supuesta ventaja para una empresa o tipo de activo derivada de la liquidez proporcionada por las ventas en corto, se ve contrarrestada ​​por los graves daños que este acto de prestidigitación puede hacerle a las empresas o activos identificados para llevar a la baja en ataques especulativos. Con el poder para participar en ventas en corto desnudas, los creadores de mercado tienen a este cableado para la demolición a su antojo.

 

La Necesidad de la Acción Colectiva

¿Qué se puede hacer para detener esta muy destructiva práctica? Lo ideal sería que los reguladores federales intervinieran con algunas reglas; pero como Jim Puplava observa, los reguladores parecen estar en los bolsillos de los corredores y se inclinan a mirar hacia otro lado. Las demandas pueden tener un efecto, pero estas toman tiempo y dinero.

 

Mientras tanto, Puplava aconseja a los inversionistas llamar a sus corredores y preguntar si sus cuentas son cuentas de margen. De ser así, cambiarlas, con confirmación por escrito. Al igual que la campaña ‘Move Your Money’ para disciplinar a los gigantes de Wall Street, esta maniobra podría ser una forma no violenta de acción colectiva con efectos significativos si suficientes inversionistas se unen a ella. Necesitamos una acción de base para controlar a nuestro descarrilado sistema financiero y al gobierno que lo comanda, y este podría ser un buen lugar para empezar.

 

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Ellen Brown desarrolló sus habilidades de investigación como abogada litigante en derecho civil en Los Ángeles. En Telaraña de Deuda (Web of Debt), su último de once libros, aplica esas habilidades en el análisis de la Reserva Federal y el ‘conglomerado del dinero’. Muestra cómo este cartel privado ha usurpado el poder de crear dinero de manos de la gente, y cómo nosotros, la gente, podemos recuperarlo. Sus sitios web son www.telaranadedeuda.com www.webofdebt.com y www.ellenbrown.com

 

Es columnista habitual de Truthout, Huffington Post, Yes!, Seeking Alpha y Global Research, y presidenta del Public Banking Institute (Instituto de la Banca Pública), publicbankinginstitute.org

 

Síganos en Twitter: @telaranadedeuda Traducido por Andrés Celis.