Publicado el 9 de enero de 2012 por Ellen Brown

 

Ni la lluvia ni el granizo ni la nieve pudieron detener al Pony Express, pero el empleador más antiguo y segundo más grande de la nación se encuentra ahora bajo ataque. Alegando que el Servicio Postal está quebrado, los críticos están promoviendo leyes que terminarían con la crisis postal a costa de los sindicatos de trabajadores postales y obligando a despidos masivos. Pero la ‘crisis’ es artificial, creada por el mismo Congreso.

 

En 2006, el Congreso aprobó la Ley de Incremento de Responsabilidad Postal (Postal Accountability Enhancement Act – PAEA por sus siglas en inglés), obligando al Servicio Postal de los Estados Unidos (USPS por sus siglas en inglés) a reservar miles de millones de dólares para pagar por las prestaciones de salud de sus empleados, muchos de los cuales aún no han sido contratados. Dentro de un período de apenas 10 años, al USPS se le requirió prefinanciar los pagos de prestaciones de salud de sus jubilados por los próximos 75 años, algo que ninguna entidad gubernamental o privada está requerida a hacer. Como señaló el defensor del consumidor Ralph Nader, si la PAEA no hubiera sido promulgada, el USPS actualmente tendría un superávit de 1.500 millones de dólares.

 

El USPS es una entidad rentable, capaz de autofinanciarse, sin requerir de impuestos de los contribuyentes. Se financia mediante la emisión de estampillas postales, uno de los últimos vestigios de dinero emitido por el Gobierno. Las estampillas son fungibles y se pueden comercializar por su valor nominal; y están respaldadas, no por el simple ’fiat’ (hágase en latín) gubernamental, sino por trabajo. Una estampilla compra el trabajo de transportar su carta 3.000 millas.

 

El USPS es uno de los pocos negocios que el gobierno tiene permitido operar en competencia con empresas privadas; es la única agencia estadounidense que le presta servicios a todos sus ciudadanos seis días a la semana; y es quizá el único medio de comunicación restante que protege la privacidad, debido a que su manipulación no autorizada va en contra de leyes federales. En 1999, empleaba casi a un millón de personas; y hoy, emplea a más de 600.000. ¿A dónde irán a parar todos esos empleados cuando el servicio postal ya no exista?

 

¿Reducción de Personal o Diversificar?

 

Cualquiera que haya sido la causa de los problemas financieros del USPS, hay otra forma de mitigar la crisis que no implica recortar las prestaciones de los empleados o servicios al cliente. En un artículo del 21 de diciembre de 2011 en Reader Supported News, Tim Fernholz sugirió que en vez de enfocarsr en recortes, el servicio postal debería abordar el problema desde una perspectiva de negocio y encontrar nuevas maneras de hacer dinero. Una manera de mantener vivo al USPS, dice, es el incluir en su línea de productos un servicio de banca básica, proveyendo una ‘opción pública’ en la banca:

 

Aproximadamente 9 millones de estadounidenses no tienen una cuenta bancaria y 21 millones dependen principalmente de servicios financieros marginales como cambistas de cheques usureros en vez de instituciones financieras tradicionales. Darle a personas de bajos ingresos acceso a un sistema financiero seguro, les reforzará su futuro económico.

 

La orgullosa y olvidada Historia de la Banca Postal

 

La banca en los servicios postales no es algo nuevo. Muchos países, incluyendo a Alemania, Francia, Italia, Japón y Nueva Zelanda, tienen una larga y exitosa historia; al igual que los Estados Unidos.

 

Desde 1911 hasta 1967, el Servicio de Ahorro Postal de los Estados Unidos suministraba un lugar seguro y eficiente para que sus clientes ahorraran y transfirieran fondos. Emitía Bonos de Ahorro Postal de los Estados Unidos en varias denominaciones que pagaban intereses anuales, además de Certificados de Ahorros Postal y giros postales domésticos. El Sistema de Ahorros Postal de los Estados Unidos fue creado a principios del siglo XX para atraer los ahorros de inmigrantes acostumbrados a ahorrar en oficinas postales en sus países de origen, ofrecer un depositario seguro para las personas que habían perdido la confianza en los bancos privados, y proveer un lugar de depósito más conveniente para la clase trabajadora que los ofrecidos por los bancos privados (las oficinas postales en ese entonces abrían desde las 08:00 hasta las 18:00, seis días a la semana, sustancialmente más tiempo que los bancos). El sistema postal pagaba intereses del 2% anual sobre los depósitos. El depósito mínimo era de 1 dólar y el máximo eran 2.500 dólares. Los ahorros en este sistema alcanzaron los 1.200 millones de dólares durante la década de 1930, y volvieron a crecer durante la Segunda Guerra Mundial, logrando llegar a casi 3.400 millones de dólares en 1947.

 

El Sistema de Ahorros Postal de los Estados Unidos fue cerrado en 1967, no por ineficiente sino porque se consideraba inecesario luego de que los bancos privados incrementaron sus tasas de interés y ofrecieron las mismas garantías gubernamentales que el sistema de ahorros postal ofrecía.

 

El modelo del Kiwibank: bancos postales al servicio de las comunidades locales

 

Los bancos postales están prosperando en Nueva Zelanda, no como artefactos históricos sino como una innovación popular. Cuando fueron institucionalizados en el 2002, no fue para salvar al servicio postal sino para salvar a las familias y pequeñas empresas neozelandesas de los grandes bancos depredadores. Para 2001, los megabancos australianos controlaban alrededor del 80% de los bancos comerciales de Nueva Zelanda. Las utilidades eran enviadas al exterior y maximizadas mediante el cierre de las sucursales menos rentables, especialmente las ubicadas en áreas rurales. El resultado creó dificultades para muchas familias y pequeños negocios neozelandeses.

 

El gobierno neozelandés decidió crear un banco estatal que competiría con los australianos. Llamaron a su nuevo banco Kiwibank, en honor a su símbolo nacional, el ave kiwi. Pero el equipo de trabajo detrás de la planeación del nuevo banco se enfrentaba a grandes retos. ¿Cómo podían mantener los costos bajos mientras proveían el servicio a comunidades en toda Nueva Zelanda?

 

Su solución fue la de abrir sucursales bancarias en las oficinas postales. Kiwibank fue creado como una filial del Servicio Postal de Nueva Zelanda de propiedad gubernamental. La página web del Kiwibank dice:

 

En 2002 abrimos con una idea: Nueva Zelanda necesita una mejor alternativa bancaria: un banco que suministre un servicio realmente valioso, que lleve valores Kiwi en el pecho, que conserve el dinero Kiwi donde pertenece: aquí mismo, dentro de Nueva Zelanda.

 

Así que abrimos en las oficinas postales a lo largo del país, estableciéndonos en más lugares que cualquier otro banco en Nueva Zelanda, literalmente de la noche a la mañana (¡sin gastar millones en nuevas instalaciones!).

 

De repente, los neozelandeses tenían una alternativa bancaria. A través de una campaña inicial de ‘mueva su dinero’, votaron con sus pies. En una isla nación de sólo 4 millones de habitantes, en sus primeros cinco años Kiwibank le quitó 500.000 clientes a los grandes bancos. Consistentemente obtiene la calificación nacional más alta de satisfacción del cliente, obligando a los bancos australianos a mejorar sus servicios con el fin de ser competitivos.

 

Banca Postal al estilo Japonés: financiando la deuda pública con un banco propio

 

Otro interesante modelo es el Banco Postal de Japón, actualmente el banco público más grande del mundo. El Banco Postal de Japón es también el captador más grande de ahorros personales, convirtiéndose en el motor de crédito más grande del mundo. La mayoría del dinero hoy en día es creado en la forma de créditos bancarios, y los depósitos son la reserva mágica de donde este dinero-crédito es generado. El Banco Postal de Japón utiliza su exceso de poder de crédito para comprar bonos del Gobierno. Para 2007, era el tenedor de una quinta parte de la deuda de la nación. Joe Wisenthal, escribiendo en Business Insider en febrero de 2010, indicó:

 

Dado que la enorme deuda pública de Japón es principalmente con sus propios ciudadanos, el país no tiene que preocuparse por inversionistas extranjeros perdiendo la confianza en él.

 

Si el USPS incluyera banca comercial en su línea de productos,  también podría utilizar el crédito generado por su propio banco y aliviar sus problemas de deuda. El USPS está siendo forzado a financiar los costos de prestaciones de salud de sus empleados para los próximos 75 años, y una gran porción de esta carga ilógica está compuesta por los costos de los intereses. Según la investigadora alemana Margrit Kennedy, los intereses representan en promedio el 40% del costo de los bienes y servicios. Esto sugiere que si se eliminan los intereses se podría reducir la deuda del USPS en aproximadamente el 40%. Si el USPS se convirtiera en un banco, podría utilizar el crédito generado por los depósitos de sus clientes para pagar directamente su propia deuda (lo cual sería efectivamente libre de intereses, ya que sería dueño del banco y recibiría los intereses de vuelta) o adquirir bonos del tesoro pagaderos de intereses. Los intereses obtenidos de los bonos podrían ser luego utilizados para pagar los intereses de la deuda del USPS.

 

Otras agencias gubernamentales y gobiernos locales podrían mejorar sus balances de la misma manera. Las instituciones públicas con capitales e ingresos significativos podrían recortar sus costos de infraestructura en aproximadamente 40% al crear sus propios bancos, permitiéndoles evitar un costo masivo en intereses pagados a intermediarios bancarios privados.

 

El Servicio Postal merece ser preservado

 

El USPS es una institución venerable más antigua que la Constitución. Debería ser salvado y puede serlo. Una manera es apoyando el proyecto de ley HR 1351, introducido por el Representante Stephen Lynch de Massachusetts para revocar la Ley de Incremento de Responsabilidad Postal (Postal Accountability Enhancement Act).

 

Otra forma es que el USPS combine el servicio postal con el de cajeros, restaurando el Sistema de Ahorros Postal de una era anterior. El resultado podría ser no sólo la salvación del Servicio Postal sino la creación de una alternativa competitiva ante el monopolio bancario de un Wall Street fugitivo que ni el Congreso es capaz de controlar.

 

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Ellen Brown desarrolló sus habilidades de investigación como abogada litigante en derecho civil en Los Ángeles; graduada de UC Berkeley y UCLA School of Law. En Telaraña de Deuda (Web of Debt), su último de once libros, aplica esas habilidades en el análisis de la Reserva Federal y el ‘conglomerado del dinero’. Muestra cómo este cartel privado ha usurpado el poder de crear dinero de manos de la gente, y cómo nosotros, la gente, podemos recuperarlo. Ha escrito cerca de 100 artículos sobre este asunto desde que Web of Debt fue publicado por primera vez. Sus sitios web son www.telaranadedeuda.com, www.webofdebt.com y www.ellenbrown.com

 

Es columnista habitual de Truthout, Huffington Post, Yes!, Seeking Alpha y Global Research, y presidenta del Public Banking Institute (Instituto de la Banca Pública), publicbankinginstitute.org

 

Síganos en Twitter: @telaranadedeuda

 

Traducción por Leonard Beeson.