Publicado el 7 de diciembre de 2011 por Ellen Brown
El 27 de noviembre, Bloomberg News informó de los resultados de su caso de éxito para obligar a la Reserva Federal a revelar los detalles de los préstamos de su rescate bancario de 2008-2009. Bloomberg informó que para marzo de 2009, la Fed había comprometido 7.77 billones de dólares en préstamos por debajo del mercado y garantías para rescatar al sistema financiero, y que estos préstamos, casi libres de interés, fueron otorgados sin condiciones.
La Fed insistió en que los préstamos fueron reembolsados y no ha habido pérdidas, pero el reporte de Bloomberg mencionó que los bancos obtuvieron 13 billones de dólares en ganancias ocasionales y, «los detalles sugieren que los contribuyentes pagaron un altísimo precio en tanto que la financiación secreta ayudó a preservar un statu quo roto, permitiendo que los bancos más grandes lo fueran aún más».
Las revelaciones provocaron sorpresa e indignación entre los comentaristas. Pero en una carta a los líderes de los Comités de la Cámara y el Senado para el sector de los servicios financieros, el director de la Fed, Ben Bernanke, respondió el 6 de diciembre que las cifras eran muy exageradas. Dijo que los préstamos eran una doble contabilidad: préstamos a corto plazos renovados día tras día se contaron por separado como préstamos acumulados en vez de como uno solo.
La Fed, al parecer, únicamente estaba haciendo lo que los bancos y el mercado de dinero hacen a diario los unos por los otros: tener ‘liquidez’ disponible a muy bajas tasas de interés. En 2008, la liquidez bancaria se agotó luego del colapso de Lehman Brothers, y de que los bancos no podían obtener el crédito barato y disponible del que su modelo de préstamos depende. La Reserva Federal intervino luego como ‘prestamista de última instancia’, haciendo lo que tenía que hacer para mantener en marcha el modelo de la banca.
Mantener a flote el sistema bancario está muy bien. Lo que está mal con el sistema actual es que permite a la Fed beneficiar a sus favoritos. Como Alan Grayson observó en un editorial del 5 de diciembre:
El principal, si no el único, requerimiento para obtener ayuda de la Fed, era haber pérdido enormes cantidades de dinero. Los rescates de la Fed recompensaron el fracaso y penalizaron el éxito…
Durante todo el tiempo que la Fed estuvo metiendo dinero en los bolsillos de los bancos en quiebra, muchos estadounidenses no podían pedir prestado un centavo para una casa, un coche, o cualquier otra cosa. Si la Fed hubiera extendido 26 billones de dólares en créditos para el pueblo estadounidense en lugar de a Wall Street, ¿tendríamos hoy 24 millones de estadounidenses que no pueden encontrar un trabajo a tiempo completo?
Todo en nombre de la liquidez
¿Cuál es esta necesidad de ‘liquidez’ que justifica tales medidas extraordinarias en nombre de los bancos? ¿Por qué los bancos necesitan un acceso barato y disponible de los fondos? ¿No son ellos los prestamistas en vez de los prestatarios de los fondos? ¿Acaso ellos simplemente no captan depósitos y los prestan?
La respuesta es no. Hoy, cuando los bancos otorgan préstamos, dan el crédito primero y luego financian los préstamos pidiendo de la fuente más barata disponible. Si los depósitos no están disponibles, toman prestado de otro banco, el mercado de dinero, o la Reserva Federal.
En lugar de préstamos creados a partir de depósitos, los préstamos en realidad CREAN los depósitos. Ellos crean los depósitos cuando los cheques son girados a la cuenta del prestatario y se depositan en otro banco. Estos depósitos pueden luego ser prestados de nuevo a la tasa de fondos de la Fed —actualmente de un muy bajo 0.25%. Así un banco puede crear dinero en la forma de ‘crédito bancario’, prestárselo a un cliente por un alto interés, y pedirlo prestado de vuelta a un interés muy bajo, quedándose con el margen como ganancia.
Si todo esto parece un acto de prestidigitación, lo es. El proceso ha sido comparado con los ‘cheques voladores’, definidos en Barron’s Business Dictionary como:
[Un] modelo ilegal que establece una falsa línea de crédito mediante el intercambio de cheques sin valor entre dos bancos. Por ejemplo, un girador de cheques voladores podría tener cuentas corrientes vacías en dos bancos diferentes, A y B. El girador firma un cheque por 50.000 dólares a la cuenta del banco A, y lo deposita en la cuenta del banco B. Si el girador tiene buen crédito en el banco B, será capaz de obtener fondos contra el cheque depositado, antes de que se compense, esto es, ser enviado al banco A para su comprobación y pago. Dado que el proceso de compensación por lo general toma unos días, el girador puede usar los 50.000 dólares por unos días y luego depositarlos en la cuenta del banco A antes de que el cheque por 50.000 dólares girado a la cuenta sea compensado.
Ajustando las cosas
Tan sospechoso como todo esto parece, la economía de hecho necesita de un sistema de crédito expansible, y un sistema así necesita de un prestamista de última instancia. Lo que está mal con el modelo actual es que se discrimina en contra de Main Street a favor de Wall Street. Los bancos pueden pedir prestado muy barato, mientras que los individuos, las corporaciones y los gobiernos pagan ‘lo que el mercado pueda soportar’. Los banqueros intermediarios obtienen su parte en un sistema en el cual el dinero de hecho se fabrica en el proceso de prestarlo. Las ganancias son desviadas al 1% a expensas del 99%.
Para arreglar el sistema, los beneficios tienen que regresar al 99%. La forma en que se esto se puede llevar a cabo fue sugerida por Thom Hartmann en un reciente editorial:
Que el banco central sea propiedad del gobierno de los Estados Unidos y administrado por el Departamento del Tesoro, con lo que todas las ganancias […] van directamente al Tesoro y usted y yo pagamos menos impuestos…
Para un modelo a nivel local, señaló al Banco de Dakota del Norte:
La buena gente de Dakota del Norte […] estableció algo muy parecido a esto —el Banco de Dakota del Norte— y ha mantenido las finanzas del estado en positivo, y mantuvo a sus agricultores, fabricantes y estudiantes, protegidos de la depredación de los banskters de Nueva York durante casi un siglo. Es hora de que todos los estados constituyan su propio banco estatal, al igual que Dakota del Norte lo hizo, y de que el Departamento del Tesoro bien adquiera la Reserva Federal de manos de los bancos con ánimo de lucro, o simplemente la nacionalice.
Hemos sido distraídos aquí y en Europa por un pánico repentino sobre nuestras crisis de ‘deuda soberana’, cuando la verdadera crisis es que nuestra deuda NO es soberana. Estamos atrapados por una máquina de hacer dinero de Wall Street, que crea nuestro dinero y nos lo presta de nuevo con interés; dinero que nuestro Gobierno soberano podría estar creando por sí mismo, con pleno control democrático y rendición de cuentas a la gente. Hemos olvidado nuestras raíces, cuando los colonos americanos prosperaron en un sistema de dinero creado por el propio pueblo, libre de deudas y sin intereses. El dominio continuo de la máquina de hacer dinero de Wall Street depende de esa amnesia colectiva. El hecho de que esta memoria este emergiendo a la superficie de nuevo, puede ser la mayor amenaza para la máquina y nuestra mayor esperanza como nación.
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Ellen Brown desarrolló sus habilidades de investigación como abogada litigante en derecho civil en Los Ángeles; graduada de UC Berkeley y UCLA School of Law. En Telaraña de Deuda (Web of Debt), su último de once libros, aplica esas habilidades en el análisis de la Reserva Federal y el ‘conglomerado del dinero’. Muestra cómo este cartel privado ha usurpado el poder de crear dinero de manos de la gente, y cómo nosotros, la gente, podemos recuperarlo. Ha escrito cerca de 100 artículos sobre este asunto desde que Web of Debt fue publicado por primera vez.
Sus sitios web son www.telaranadedeuda.com www.webofdebt.com y www.ellenbrown.com
Es columnista regular de Truthout, Huffington Post, Yes!, Seeking Alpha y Global Research, y presidenta del Public Banking Institute (Instituto de la Banca Pública), publicbankinginstitute.org
Síganos en Twitter: @telaranadedeuda
Traducido por Andrés Celis.