“Las cabalgatas se han ido eliminando en el departamento del Valle, porque los ciudadanos no saben cómo comportarse y ponen en riesgo no solo a los jinetes sino a los mismos caballos”, dijo un vocero de la fundación Paz Animal, tras conocerse la decisión del alcalde de la población de Jamundí de prohibir estos certámenes equinos.

A todas luces, esta es la estrategia ‘clásica’ de vender el sofá con el fin de evitar la infidelidad de la pareja, la solución más fácil de quitarse el problema de encima y ahorrarse la necesidad de tomar decisiones que vayan en beneficio de la comunidad y de la actividad equina misma.

Así las cosas, sin cabalgatas se han quedado ciudades como Buga, Cali, Bucaramanga, Pereira, Medellín y Pereira, entre muchas otras, por las decisiones de los alcaldes locales.

Yendo algo más al fondo el problema no es de flecha, sino de indio, como coloquialmente se refiere a una situación como la descrita.

Hoy, cualquier equino sirve para cabalgata, sin conocer su estado de salud, así como su alimentación y sus tiempos de descanso e, incluso, sin verificar si el animal cuenta con los herrajes y aperos que le sean cómodos.

Por otra parte, los jinetes ocasionales desconocen cómo montar un animal y las medidas de seguridad al hacerlo, a lo que se adiciona el consumo de licor como actividad conexa, casi obligatoria, para participar en una cabalgata.

En consecuencia, en estado de alicoramiento, ¿quién maneja bien un auto, un caballo o, incluso, su propio cuerpo? Solo basta recordar las fuertes sanciones de las autoridades de tránsito al conducir luego de haber tomado siquiera dos cervezas.

En un estado de descanso, enfermo o con los aperos mal colocados ¿qué animal puede dar lo mejor de sí?

Así, el problema sigue siendo de indio, no de flecha, pues el jinete antes de iniciar la monta debe revisar bien a su animal, conocer su estado de salud, la actividad que realiza en la finca (trabajo o diversión) y si ha sido bien alimentado, lo mismo que su estado de mansedumbre. No todo caballo sirve para cabalgata.

Adicionalmente, ¿el jinete sabe montar, ¿cómo llevar al animal, subirse, bajarse, sentarse y conducirlo? ¿lo hará tomando licor o sobrio?

Todo esto, del sentido común, que harían de las cabalgatas actividades seguras y de integración social quedan en nada cuando de un plumazo los mandatarios locales las prohíben.

Vale la pena recordar que las cabalgatas han sido la actividad en la que muchos colombianos han tenido su primer contacto con los equinos, de la mano de la diversión y la compañía de familiares y amigos.

También, hoy muchos restaurantes campestres ofrecen paseos asistidos en su zona perimetral, dirigidas a todos los miembros de la familia, las que buscan incentivar el gusto de menores y adultos por el caballo. También hay empresas dedicadas exclusivamente a hacerlas, bien sea como paseos por las áreas rurales y otras con fines netamente ecológicos.

¿Cómo solucionar los problemas que acompañan a las cabalgatas?

Sencillo, legislando y haciendo cumplir las normas. Es necesario que las cabalgatas cuenten en Colombia con una reglamentación oficial.

Acerca del tema, en su momento la Federación Nacional Colombiana de Asociaciones Equinas (Fedequinas) pidió lo anterior con la expedición de normas que regularan estas actividades lúdicas.

¿Cuáles serían? Antes de iniciar una cabalgata, en su sitio de partida, es necesario que los funcionarios locales del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) certifiquen el estado de salud del animal, la Guía Sanitaria de Movilización y den el aval para la participación del animal.

Por su parte, el organizador del evento (asociación equina), debería verificar la destreza del jinete y darle el permiso para que puede participar.

Lo anterior, de la mano de la Policía Nacional que debe verificar el estado de alicoramiento de los jinetes, con una prueba de alcoholemia.

No sobra comentar que muchas cabalgatas son patrocinadas por empresas licoreras o distribuidoras de licores que ubican degustadoras en bikini para ofrecer licor a todos los asistentes, incluyendo a los los jinetes

En Colombia, la actividad equina conjuga la diversión y el placer con uno de los muchos negocios que ofrece el sector agropecuario, de la que viven no menos de 130.000 personas para quienes es su principal medio de vida.

Así las cosas, tenemos que en el país funcionan 48.000 criaderos, empresas pecuarias que generan empleo a miles de colombianos y demandan productos y servicios de la economía formal.

En el tintero….