Un ingenio es un claro ejemplo de bioeconomía, Una cadena que nace en la agricultura y termina en eslabones como biofertilizantes, papel, energía eléctrica y etanol, entre muchos otros productos. Foto: Asocaña.

No fue más que escuchar la palabreja ‘bioeconomía’ y el vino del almuerzo casi que se me devuelve. “Usted me está hablando en ruso, no le entiendo nada”, atiné a decirle a mi contertulio del mediodía, antes de que comenzara a echarme un cuento que mereció más copas de la preciada bebida espirituosa.

Fue una tarde amena, con un tema que está en el aire, así como esos virus esquivos que atacan a pocos, pero al que coge, no lo suelta y del que pretendo hacer varias entregas (no sé cuántas) porque merece la pena conocerlo en detalle.

Antes de arrancar, agradezco las charlas y entrevistas con Guy Henry, encargado para Latinoamérica del Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (Cirad), de Francia, así como las clases que sobre el tema recibí del químico farmacéutico Rafael Aramendis, CEO de la empresa consultora Suricata.

Ahora sí, lo invito a zambullirnos en la piscina de la ‘bioeconomía’, un tema con muchas preguntas, cuyas respuestas se plasmarán en este blog.

¿De dónde surge?

En la actualidad, el mundo enfrenta seis grandes desafíos que deben ser resueltos adecuadamente para garantizar la supervivencia de la especie humana, como población en aumento, merma de la superficie cultivable, demanda creciente de alimentos, declive de la economía basada en el uso intensivo de combustibles fósiles, necesidad de encontrar fuentes alternas y renovables de energía y los efectos derivados del cambio climático.

Se espera que para el año 2050, según las Naciones Unidas, la población mundial llegará a 9.800 millones de personas y será necesario suministrar alimentos adecuados en cantidad, calidad y disponibilidad para superar la desnutrición y malnutrición.

Para producirlos debe tenerse en cuenta que la tierra cultivable per cápita ha descendido en los últimos 60 años, pasando de 4,3 hectáreas por persona al año (1960) a 1,7 hectáreas este año. Por otra parte, para nadie es un secreto que la era de los combustibles fósiles no renovables ha comenzado su declive y que el mundo se encuentra en la incesante búsqueda de nuevas fuentes alternas de energía renovable (solar, eólica, hidráulica) que satisfagan las demandas energéticas y que a la vez cumplan con altos estándares ambientales que las conviertan en seguras y confiables

También es clave recordar que tanto los patrones de consumo de la sociedad actual no son sostenibles y las inadecuadas prácticas agrícolas y ganaderas contribuyen de manera importante a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) causantes principales del cambio climático que termina afectando las cosechas, la seguridad alimentaria y que provocan efectos económicos y sociales en las poblaciones que basan su sustento en el uso de los recursos.

La pregunta es si el modelo actual de desarrollo y los patrones de consumo de la sociedad resuelven estos retos o si se necesita un nuevo esquema que concilie la seguridad alimentaria para una población mundial creciente, en un marco de limitaciones en el uso de la tierra y en la expansión de la frontera agrícola, junto con una menor dependencia de los combustibles fósiles, con la irrupción de nuevas fuentes de energía renovables y con la mitigación de los efectos del cambio climático ocasionados por las actividades humanas, agrícolas e industriales.

Claramente el modelo se queda corto para superar estos retos y se necesita producir más con menos impacto ambiental en un nuevo esquema de relacionamiento entre el hombre/ naturaleza/conocimiento y recursos donde el conocimiento científico y tecnológico en ciencias de la vida e ingeniería es vital para generar un mejor aprovechamiento de los recursos y para lograr producciones más sostenibles y competitivas.

¿Qué es la bioeconomía?

La mejor definición escuchada hasta ahora es de la profesora Elizabeth Hodson de Jaramillo, quien está en el foco de la Misión de Sabios en temas de biotecnología, bioeconomia y medio ambiente: “La bioeconomía es una estrategia basada en la idea de un uso más eficiente de los recursos, tecnologías y procesos biológicos para la provisión de bienes y servicios que nuestras sociedades demandan”. ¡Así, corta y sustanciosa!

La bioeconomía es entonces la producción y el uso de los recursos biológicos mediante el empleo de las ciencias de la vida y la ingeniería, en un marco de sostenibilidad para obtener productos y procesos en todos los sectores económicos (alimentos, fibras, combustibles, energía, etcétera).

Los estadounidenses la interpretan como una actividad económica alimentada por la investigación y la innovación en las ciencias biológicas, mientras que la Comisión Europea la define como la producción de recursos biológicos renovables y su conversión en alimentos, piensos, productos biológicos y bioenergía. Por su parte, los japoneses la orientan más a la producción de energía autónoma y descentralizada.

¿Cuál es su promesa?

Como una respuesta a todos estos retos globales, la bioeconomía promete crecer con sostenibilidad económica, protegiendo el medio ambiente, mitigando los efectos del cambio climático, a la vez que se mantienen, conservan y usan racionalmente los recursos naturales.

¿Cuáles son sus impactos?

Ante un mundo con necesidades crecientes de energía y alimentos y con los recursos naturales bajo presión extrema se espera que la bioeconomía impacte a la sociedad generando valor económico, bienestar social y más puestos de trabajo.

Esto parece confirmarse con los análisis generados en los países líderes en la materia. En los Estados Unidos la contribución total de algunos sectores de la industria de productos de base biológica a la economía del país fue de 369.000 millones de dólares y se generaron 4 millones puestos de trabajo en el 2013, mientras que en el Reino Unido tuvo un impacto directo de alrededor de 36.100 millones de libras de valor agregado y generó 600.000 puestos de trabajo (https://www.capitaleconomics.com).

En Alemania el 12,5% de la fuerza de trabajo proviene de empresas pequeñas y mediana de base bioeconómica, empresas que generan el 7,6% del valor agregado bruto de la economía. En los Países nórdicos (Finlandia, Noruega, Suecia, Islandia y Dinamarca) el volumen de negocios generado por sectores bioeconómicos como agricultura, pesca, acuicultura, silvicultura, la industria alimentaria, forestal, bioenergía y biocombustibles fue de 184.000 millones de euros en el 2014.

¿Cuál es su potencial?

La bioeconomía redefine las relaciones entre la agricultura y la industria, cambia el concepto de cadenas de valor por el de redes de valor, propicia flujos de economía circular donde se aprovechan todos los desechos provenientes de la producción y el consumo y se eliminan o minimizan pérdidas de energía y genera productos y procesos ecoeficientes.

Estos productos están en diversos sectores económicos: en salud humana, por ejemplo, incluyen nuevas vacunas y medicamentos (insulina, interferón, vacunas recombinantes, elementos de diagnóstico y  fitomedicamentos, entre otros; en el sector agrícola cubre entre muchos otros a los biofertilizantes y los bioplaguicidas; en la agroindustria la obtención de combustibles y energía a partir de residuos de granjas industriales de aves y cerdos o la obtención de biogás y fertilizantes a partir de residuos de cultivos de cítricos.

En el sector alimentario incluye a aquellos enriquecidos, fortificados, a los nutracéuticos y a alimentos que usan fuentes no convencionales de proteína; en la acuicultura la obtención de biofertilizantes basados en algas o la de anticoagulantes humanos provenientes de microalgas y, por último, en nuevos materiales, los plásticos biodegradables, sensores biológicos, materiales biocompatibles y la piel sintética, entre otros.

No todas las respuestas están plasmadas acá, pues la cantidad de preguntas es bastante amplia. En una próxima entrega seguiremos ampliando el tema. Por ahora los invito a la lectura de esta publicación:

https://www.javeriana.edu.co/editorial/libros/bioeconomia-crecimiento-sostenible-america-latina