Foto tomada a la entrada del Parque Panaca.
¡Usted es mucho lo campesino!
Esa frase, así como la de ¡Mucho Pastuso!, pronunciadas en tono despectivo, han sido por mucho tiempo exclamaciones para restregarle a alguien su ignorancia manifiesta en uno u otro tema.
Hoy, poco se escuchan porque la jerga ha cambiado con las nuevas tecnologías, pero queda el recuerdo.
Con la pandemia comenzaron a pulular los aplausos y los calificativos de ‘héroes’ para los ‘campesinos’, quienes por estas fechas están celebrando la efeméride, establecida por el presidente Guillermo León Valencia.
El mandatario de la época sancionó el Decreto 135 de 1965, que en su artículo primero establece: «A partir de la vigencia de este Decreto, el primer domingo del mes de junio de cada año se celebrará en todos los municipios del país el ‘Día del Campesino’.
Con los años, la fiesta perdió su brillo e importancia, así como la del campesinos en el quehacer de los colombianos y solo son recordados por los gobiernos nacional y locales para estas fechas; ha sido tan deslucida, tanto o más embolatada que la del Día del Padre, que cualquier día del año es bueno para celebrarla.
Recuerdo al alcalde de un pueblo que quería celebrar la llegada de diciembre con ferias y fiestas. En su reunión con los funcionarios de alto rango del municipio indicaron que la fiesta era ‘del retorno’, reinado interveredal, concursos varios y…. aaahhhh sí, exclamó el mandatario… y ‘Día del Campesino’.
La celebración quedó traída a colación por un vago recuerdo y colgada cual bolita de árbol de Navidad: ni falta, ni sobra, ni estorba.
Efectivamente, hubo francachela y comilona por tres días, pero al campesino no lo mentaron en el discurso de apertura de las fiestas pueblerinas y menos durante el jolgorio.
La verdad, para los campesinos, nada qué celebrar, menos la disponibilidad de recibir los calificativos de ‘héroes’ y los aplausos que terminan también siendo despectivos. Solo un dato de temporada, tomado de Twitter, escrito por mi excompañera en EL TIEMPO, Laila Abu Shihab (@laiabu): «Mientras el presidente propone prender las luces del edificio Colpatria en honor a los campesinos de Colombia, el proyecto de transporte escolar rural sigue sin resolverse en el Congreso. Un ‘canto a la bandera’.»
Además, en las redes ya hay agradecimientos varios a los campesinos por parte de muchos personajes de la vida pública. ¿Será que todos estos ‘saludadores’ de turno estarían dispuestos a vivir la vida de un campesino?
Por ejemplo a…
- A pagar la gasolina y el diésel (para los camiones o tractores) al mismo precio que sus pares estadounidenses.
- A padecer la violencia, muerte y extorsiones de los grupos ilegales al margen de la ley que actúan en la ruralidad del país.
- A someterse al comerciante de turno que en las centrales de abastos le pone el precio a sus cosechas.
- A recibir la manoseada del tamal, gaseosa y plata sólo el día de las elecciones.
- A protestar por el problema del momento (violencia o bajos precios de compra de las cosechas) y que en respuesta les manden un escuadrón del Esmad.
- A endulzarse los oídos con las promesas de los políticos de turno.
- A escuchar de los billones de pesos que entregarían, están entregando y entregaron al sector rural (planes de choque, ‘locomotoras’ y reactivaciones), plata que termina en las manos de los agroindustriales (que, obviamente, no son campesinos).
Las realidades son muchas más que las enumeradas (cada uno puede hacer su aporte mentalmente) y bien podría resumirse en las vicisitudes de Casiano Pardo y Baltasar Riveros, los inolvidables personajes de la novela ‘Al Pueblo Nunca le Toca’, de Álvaro Salom Becerra.
Ahora… de todos modos es mejor ser ‘Productor’ que ‘Campesino’; por ejemplo, no debemos olvidar que en el manual de crédito de Finagro no existe la palabra ‘campesino’, y en su lugar ha sido cambiada por ‘productor’, por lo que parece, de todos modos, que es mejor ser lo segundo que lo primero..
Ser campesino sigue siendo trabajar de sol a sol (sin la posibilidad de trabajo en casa o teletrabajo), cultivando la tierra o explotando los animales de forma productiva, haciendo que lo producido llegue fresco a los consumidores de poblados, municipios y ciudades.
No olvidemos que “la agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada para el sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”, palabras del político de la antigua Roma, Marco Tulio Cicerón (106 – 43 a.C.), quien con esta máxima defendía a los agricultores.