Esta semana, el país se enteró de los logros de un consumado estafador, David Murcia Guzmán, quien recibió una certificación otorgada por la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la OEA por su participación en un taller de transformación de conflictos; además, hoy Murcia se postula como candidato a ‘Gestor de Paz’, mientras que las 192.300 familias que dejó damnificadas padecen las consecuencias de haberle entregado $1,4 billones de pesos. En su celda colgará su diploma.
Esta misma semana, con menos algarabía y despliegue mediático, Blanca Amalia Llorente, recibió de la Organización Mundial de la Salud (OMS) un «premio conjunto en reconocimiento a sus contribuciones a largo plazo a la investigación y la defensa del control del tabaco en sus países, en la región y más allá», dijo la organización en un comunicado.
Quizás un número igual de familias no sepa quién es Blanca Llorente, pero agradecerán al infinito y a las políticas gubernamentales que cada vez la gente fume menos y que el cáncer que ocasiona el tabaco no toque las puertas de sus casas como una desgracia más.
De Blanca Llorente puede decirse mucho de su trabajo como activista en contra del consumo de tabaco y de su gestión ante los gobiernos y el Legislativo por incrementar los impuestos al consumo, mientras que a la sociedad civil llama la atención por las siniestras consecuencias de consumir tabaco, bien de forma directa o como fumador pasivo, así como de las ‘nuevas modas’ que inventó la industria tabacalera para que la gente siga consumiendo, como los vapeadores.
Su palmarés es envidiable: es economista de la Universidad Javeriana, con especialización en Evaluación Social de la Universidad de los Andes, con Maestría en Salud Pública de la Universidad de Londres. Cuenta con 15 años de experiencia en diseño e implementación de intervenciones de salud pública relacionadas con el desarrollo sostenible.
Ha participado en más de 20 proyectos de investigación e implementación de los resultados dados por estos estudios relacionados con control de tabaco y ha coordinado estudios de medición de comercio ilícito. Es autora o coautora de más de 30 publicaciones en temas de política de salud, políticas de desarrollo, responsabilidad social y derechos humanos. Ha sido consultora de la OPS, el Banco Mundial y el BID. Se ha desempeñado como profesora universitaria durante 25 años, a cargo de diversos temas relacionados con desarrollo sostenible, monitoreo y evaluación de políticas públicas.
Actualmente, se desempeña como directora de investigación de la Fundación Anáas y trabaja de la mano de varias organizaciones científicas y civiles de Colombia para que sea aprobado en el Congreso de la República el Proyecto de Ley que promueve la implementación, por primera vez en la historia del país, del impuesto a los cigarrillos electrónicos o ‘vapeadores’ y que se triplique el impuesto al tabaco.
A sus logros debe sumarse que ella, como persona, es poseedora de inmensas cualidades que la hacen muy respetada por la comunidad académica y científica; entre familiares y amigos, admiración y cariño.
Por ahora, la algarabía por el reconocimiento llena su vida personal mientras trabaja arduamente en una nueva jornada del Día Mundial Sin Tabaco 2023, cuyo tema es ‘Cultivemos alimentos, no tabaco’, una campaña que busca animar a los gobiernos a poner fin a las subvenciones al cultivo de tabaco y a utilizar los recursos ahorrados para ayudar a los agricultores a cambiar la hoja por cultivos más sostenibles que mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición de la población mundial.