Verano del 2011, circulando con un todoterreno por la autopista que lleva de Malabo (capital de Guinea Ecuatorial, centroáfrica) al aeropuerto. Calor sofocante, camisa arremangada y con ganas de llegar a la casa que la empresa me tenía alquilada en esa ciudad.
La carretera no es como las europeas, pero está bien construida. El Gobierno de Teodoro Obiang ha puesto todo su empeño en dar una buena impresión al extranjero cuando llega al aeropuerto, y esta carretera así lo confirma. Otra cosa es el resto del país.
El mantenimiento y limpieza de la autopista necesita de una limpieza diaria. El polvo y tierra circundante llega a esta debido al viento y al poco cuidado que se le da al terreno aledaño. Al gobierno de Guinea Ecuatorial esto también le preocupa, y para ello ha contratado a un grupo de mujeres que se encargan de su limpieza, ¿cómo?, pues de la manera más curiosa que nunca había visto.
Las mujeres utilizan una escoba de las antiguas, se podría decir de forma coloquial como las de Harry Potter. Estas escobas eran muy típicas hace décadas en España, están hechas de brezo u otro material similar y producen al barrer un sonido muy característico. Al ser muy toscas, eran utilizadas por las amas de casa para barrer el portal y la acera de su casa.
¿Se imagina?, ¿circular por una autopista y encontrarse cada 50 metros a una mujer con una gran escoba barriendo la autopista? No hay que negar que esta forma de limpiar la autopista ha generado empleo, aunque dudo mucho que sea de una forma muy productiva. Las mujeres se pasan horas y horas barriendo cuando baja el sol, y están expuestas a las innumerables tormentas del país.
Si preguntamos a una de estas mujeres si está contenta con su trabajo, seguramente por miedo a perderlo nos responderá que si, que está muy contenta. Sin embargo, la realidad es muy diferente. Por otra parte, como la mayoría de la población mundial, estas mujeres piensan que el trabajo en si nunca debe de ser divertido, hay que sufrirlo, si no no sería un trabajo. Como le dijo Dios a Adan y Eva: “ Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”.
Esta visión muy atada a la moral cristiana ha encadenado nuestra forma de ver el trabajo, impidiendo buscar la felicidad en él.
Esto está cambiando. Solo hay que ver las instalaciones de Google o Apple para ver como trabajan sus empleados. Es un entorno agradable, donde divertirse no está vetado, ya que es la forma de generar una mayor creatividad, y por tanto productividad. Los horarios son flexibles. Las reuniones son rápidas y prácticas, y se hacen en la mayoría de los casos a través de skype con el teléfono móvil.
Se miran los resultados y no solo cumplir un horario. En definitiva, las empresas modernas buscan la eficacia, y por tanto la comodidad y felicidad de sus trabajadores.
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