Bahrein es un país de Oriente Medio en el Golfo Pérsico. Allí yo vivía por el año 2007. Mucho calor y construcción, amparada por un crecimiento económico de la región muy alto. Dubai, Abu Dhabi, Qatar y Arabia Saudí son sus vecinos, y la gente es amable y muy educada.
El edificio de apartamentos donde vivía estaba situado al lado del mar, con preciosas vistas al paseo marítimo de Manamá, la capital. Este tenía una pequeña piscina en la azotea que era de uso común a todos los vecinos. Aquí me gustaba refrescarme cuando llegaba de trabajar. No hace falta decir que el agua de la piscina no estaba precisamente fría.
Un día, llegando a la azotea, me encuentro con unos vecinos Bahrenies haciendo una barbacoa. Un auténtico asado de cordero al mejor estilo árabe, con un aroma espectacularmente rico. Sin embargo, no era conmigo, y me dispuse a entrar en la piscina. No quería incomodar al grupo. Saludé con un simple “Hi” y uno de ellos me contestó lo mismo. Parecía que el europeo, o sea yo, no pasaba de ser simplemente cordial, y ellos hicieron lo mismo. Había mucha, mucha distancia.
Cuando salí de la piscina me di cuenta que debía ser más amable, y me dispuse a intercambiar unas palabras con ellos. Les comenté con una amplia sonrisa que su asado desprendía un aroma excelente y que debía estar muy rico. No fue más que decir esto y, en 5 segundos, me vi rodeado por todos ellos con varias bandejas de comida invitándome a comer. La distancia corporal con ellos en ese momento era muy pequeña, y si no fuera porque llevaba más de un año rodeado de árabes, podría haber estado algo incómodo, pero no fue así.
Los árabes de la región mantienen la distancia corporal con elegancia y distancia, salvo que haya un “asado” (es broma). Aquí son mucho más “cercanos” que los latinos, y mucho más cercanos que los norteamericanos, que tienen una distancia corporal mucho mayor.
A la hora de negociar, entender la distancia corporal es muy importante. Los latinos (españoles, italianos, colombianos, venezolanos, etc..) gesticulamos mucho, aleteamos las manos, y buscamos la cercanía. Un norteamericano podría sentirse “invadido”. Y ya no digamos por un árabe. ¿Les suena que los norteamericanos y los árabes no se llevan muy bien? No todo es por el petróleo, ¿no creen?
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