Las guerras han sido parte importante de la historia de todos los países a lo largo de la evolución humana. En ocasiones trascienden fronteras y en otras oportunidades son de carácter interno, como la guerra que padece Colombia por mas de medio siglo.

 

En la antigüedad los motivos se percibían como expansionistas y religiosos. En la actualidad el tema parece ser más político y social, aunque la causa de fondo, creo que ha sido esencialmente la lucha por un mayor poder económico.

 

Paralelamente, siempre se ha responsabilizado por el logro de la paz, casi que de manera exclusiva, al Estado y a sus Fuerzas Militares. Gran error, la paz es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, en la medida en la cual abandonemos aquello que denomino “la política del metro cuadrado”, que consiste en que solo nos importa, lo poco que ocurre en el metro cuadrado donde nos encontramos. Todo lo que no nos afecta directamente, no le damos la suficiente importancia y no hacemos nada por cambiarlo; se nos convierte en paisaje, hasta el punto que hemos perdido la capacidad de asombro.

 

Un atentado donde mueren decenas de personas se olvida al día siguiente, bajo la efímera emoción de un partido de futbol.

 

Para lograr una paz sostenible, se requiere de una sociedad sin hambre ni miseria, que cuente con fuentes de empleo, con oportunidades de trabajo, con buenos niveles de educación y salud. Por lo tanto, soy un convencido de que los empresarios, por medio de la generación de empleo, son los actores mas importantes para consolidar una paz sostenible.

 

No creo que los diálogos en la Habana, ni la “trataditis” de libre comercio, nos acerquen a la tan soñada paz. Una paz sostenible solo será el fruto de un proceso generacional de cambio integral del gobierno, de la comunidad empresarial y de los ciudadanos en general.

 

La paz requiere de un gobierno honesto, menos burocrático y comprometido con la inversión social. Es urgente el apoyo de un sector financiero menos voraz.

 

Requerimos de empresarios competitivos, innovadores y con visión de largo plazo, conscientes del deterioro del medio ambiente y de la importancia de una buena remuneración de sus colaboradores.

 

Y por supuesto, es imprescindible contar con ciudadanos dispuestos en recuperar los valores éticos y morales. Solo así podremos construir una paz sostenible para las nuevas generaciones.

 

Hermann Stangl

Experto en Valoración de Empresas y Marcas

www.stangl.com.co