El desarrollo económico consiste en “la capacidad de un país para crear riqueza” con el propósito de “promover el bienestar social de sus habitantes.”

 

Comenté en mi anterior columna que el problema radicaba en que esta premisa se ha materializado solo en su primera parte, hasta el postulado que tiene que ver con la creación de riqueza. Las pruebas mas recientes las podemos evidenciar en los últimos titulares de prensa que tienen que ver con las expectativas económicas del gobierno para este nuevo año. Sus metas giran exclusivamente en torno al incremento del PIB, aumento de las exportaciones y generación de empleo.

 

No se le presta la debida atención a lo más importante del concepto de desarrollo, aquella parte que habla sobre el propósito de lograr prosperidad y bienestar social.

 

El premio nobel alternativo, el profesor Manfred Max, afirma que la economía debe estar al servicio de las personas. Lo que actualmente está sucediendo a nivel global, es exactamente lo contrario.  La mayoría de las personas está exclusivamente al servicio de generar mayor riqueza, embebidos en una sociedad de consumo cada vez mas cruel y exigente.

 

Es necesario entender que el crecimiento y el desarrollo no son sinónimos ni complementarios. Un país puede crecer y simultáneamente involucionar su desarrollo. Igual sucede en las empresas con el concepto que denomino como “ventas negativas”. Ocurre cuando se incrementan las ventas, apalancándolas en menores precios y mayores inversiones. La inexorable consecuencia será una mayor iliquidez y un menor valor de la compañía.

 

El desarrollo económico finalmente tiene que favorecer a las personas, no a las cosas. No creo que sea viable mantener una economía global en la cual apenas el 2% de la población es dueña de mas del 50% de la riqueza.  

 

La mayoría de los tradicionales modelos económicos, basados en recaudar impuestos para ser destinados al gasto publico y a la inversión social, han demostrado en mayor o menor proporción, su incompetencia para distribuir adecuadamente la riqueza.

 

Invito a la comunidad empresarial privada a liderar un verdadero cambio económico. Es insensato pretender continuar generando riqueza en medio de tanta pobreza y miseria. El compromiso social empresarial debe ser parte de la cotidianidad de todas las organizaciones. Hay que actuar y crear conciencia en este sentido por medio de la educación, desde temprana edad, ojala desde los colegios y por supuesto universidades, y sobre todo con nuestro propio ejemplo.

 

Hermann Stangl
Consultor Empresarial Financiero
Valoración de Empresas y Marcas
Banca de Inversión
www.stangl.com.co